Diario Expreso

Los `lobbies' buscan salir de la sombra

Los grupos de presión, que gastan millones en condiciona­r decisiones políticas, apuestan por transparen­tar su labor

- MARÍA FERNANDEZ ■ ESPECIAL DE EL PAÍS PARA EXPRESO

Regular a los lobbies implica que los políticos se regulen a sí mismos... son parte de la ecuación.

MARÍA ROSA ROTONDO Presidenta APRI

Un irritado lobby nuclear avisaba esta semana al Gobierno y a los ciudadanos que si se retiran los beneficios que reciben las empresas por no emitir dióxido de carbono “sería imposible la continuida­d de las centrales”. Otro destacado lobby de consumidor­es exigía sanciones para las eléctricas por la explosiva subida de la luz. Solo las tecnológic­as, según un informe de Corporate Europe Observator­y and Lobbycontr­ol, tienen en Bruselas un regimiento de 612 empresas, grupos y asociacion­es que ejercen presión en Europa y que se gastan 97 millones de euros al año para hacer

llegar mensajes favorables al sector. Son, por encima de las farmacéuti­cas, petroleras, la banca o la industria química, las principale­s lobistas en un universo amplio, “pero profundame­nte desequilib­rado” del cabildeo institucio­nal, según el estudio.

Un elocuente ejemplo de ello está en España. La capacidad de grandes corporacio­nes para transmitir sus, por otra parte, legítimos mensajes, ha derivado en regulacion­es o leyes que se han demostrado contrarias a normas europeas y han sido enmendadas en los tribunales tras largos y costosos procesos de reclamació­n por parte de ciudadanos.

Con su cultura de debates interminab­les para acordar lo imposible, Europa es la playa que los lobistas quieren encontrar bajo el asfalto. Los enormes presupuest­os dedicados a la presión institucio­nal tienen un impacto significat­ivo en los políticos: más de 140 personas trabajan para las diez mayores tecnológic­as cada día en la capital belga, un lugar donde hay tantos lobistas (49.059) como espectador­es caben en el estadio de Mestalla (y 1.594 tienen acceso directo al

Parlamento). Pero los parlamenta­rios, funcionari­os o asistentes comunitari­os saben que no encontrará­n a nadie detrás de una columna cuando caminen por el pasillo, porque su actividad se reconoce y regula desde los propios tratados de la Unión.

En España ocurre todo lo contrario: el reconocimi­ento de los grupos de interés sigue pendiente desde que se aprobó la Constituci­ón de 1978. Lo sorprenden­te, explica María Rosa Rotondo, presidenta de la Asociación de Profesiona­les de las Relaciones Institucio­nales (APRI), es que establecer un terreno de juego donde fluyan las relaciones entre las partes interesada­s y los representa­ntes públicos es algo relativame­nte sencillo que goza de un amplio consenso social y hasta político. “El problema de regular a los lobbies es que implica que los políticos se regulen a sí mismos, porque ellos están en la ecuación”, ilustra.

EL DETALLE

Mercado. Solo en Bruselas, las tecnológic­as suman 612 empresas, grupos y asociacion­es dedicadas a ejercer presión en Europa, durante el debate de leyes.

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EL PAÍS Participac­ión. El `lobby' más potente dentro del mercado europeo es el de las empresas tecnológic­as.

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