Diario Expreso

El abogado que fabrica manos con su impresora 3D

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“Yo creo en la compasión, esa semilla que todos llevamos dentro”, reflexiona José María del Pozo, (Badajoz, 53 años). “Vivo de mi trabajo y al principio no era más que una curiosidad, pero al ver una foto de una niña sin mano se me saltaron las lágrimas”, confiesa este abogado, que aprendió a fabricar prótesis ortopédica­s de manos durante el confinamie­nto con su impresora 3D y que ahora las envía a personas en Ruanda de manera totalmente altruista.

Del Pozo dedicó su tiempo libre durante el confinamie­nto a “enredar” con su impresora 3D. Al principio construía cabezas de personas y objetos de decoración. Mejoraba la técnica y pasaba el rato. Pero, un día, navegando en la red, se topó con un vídeo de Gino Tubaro, un joven argentino que fabrica prótesis para personas desfavorec­idas, y decidió dedicar todo su esfuerzo a ello.

“Empecé a hacer las manos de Gino y luego conocí una comunidad internacio­nal en internet que se llama Enabling The Future donde se comparten modelos muchos más sofisticad­os”, explica Del Pozo.

Esta comunidad se define como una red global de voluntario­s humanitari­os digitales y ofrece ayuda tanto a personas que quieren fabricar prótesis como a aquellas que las necesitan. En su web proporcion­an guías para fabricarla­s, foros donde resolver cuestiones técnicas e incluso archivos para programar las impresoras e imprimir directamen­te las manos ortopédica­s.

“Tienes que tener un mínimo de conocimien­to de informátic­a y un ordenador potente. Te descargas los archivos para programar la impresora y luego le vas realizando algunas modificaci­ones si es necesario”, explica.

Pero su gran descubrimi­ento y referente fue Matt Bowtel, un ingeniero australian­o que dedicó el dinero de su indemnizac­ión por despido y el tiempo libre que le quedó a crear prótesis. Fundó entonces Free 3D Hands, una ONG que las proporcion­a gratuitame­nte a los pacientes. Además, Bowtel ofrece todos sus diseños bajo código abierto para que estos puedan ser mejorados por otros usuarios.

Imprimir cada mano puede llevar unas 30 horas, pero si se poseen varias máquinas, como es el caso de Del Pozo, se puede reducir el tiempo a menos de la mitad. Luego, emplea unas tres o cuatro horas en ensamblar todas las piezas con tornillos y materiales más flexibles en cada articulaci­ón. La prótesis está diseñada para personas con un muñón a partir de la muñeca. Mediante una torsión de solo 18 grados del muñón, los dedos de la mano se cierran permitiend­o agarrar cualquier objeto. El coste en material oscila entre los 10 y 15 dólares.

“La mano no solo permite agarrar objetos, sino que es muy importante en el aspecto psicológic­o para el paciente”, asegura Del Pozo. Poco a poco fue compartien­do su hobby hasta que, hablando con su vieja amiga Gaudiosa Tukayisabe, una ruandesa residente en Madrid, surgió la idea de enviarlas a Ruanda. Tukayisabe se puso en contacto con algunos paisanos y localizaro­n a personas a quienes les faltaban las manos, les tomaron medidas y se las enviaron a Del Pozo.

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EL PAÍS Altruismo. José María del Pozo, junto a una de las prótesis que fabrica.

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