“ES URGENTE REESTRUCTURAR LA POLÍTICA AGROPECUARIA EN BASE A LA INVESTIGACIÓN”
“Las constantes manifestaciones que vimos en el 2021 deben ser vistas como la imposibilidad que han tenido los últimos gobiernos, de incorporar a este sector reales programas o proyectos de apoyo. La mayor parte de esta ayuda ha sido enfocada en fijar una política de precios mínimos de sustentación, pero no se ha incluido instrumentos diferentes para promover la productividad, el equilibrio territorial, la reducción de la pobreza o la incorporación de tecnología en estos sectores.
En los últimos años, más del 90% de estos apoyos provienen de la fijación de los precios en diferentes rubros tales como: arroz, banano, maíz, plátano, leche y azúcar. En otras economías, los apoyos vía precios apenas bordean el 15 %. El resto es apostar por aquello que realmente contribuye a mejorar la competitividad e incrementar la productividad del sector agrícola. Pero la fijación de precios tiene un bajo impacto económico para los agricultores, los beneficios que provienen de este instrumento son reducidos y dependen de las fluctuaciones de los precios internacionales.
Un ejemplo es lo que pasa en el sector arrocero, que ha demandado la revisión de los precios mínimos de sustentación en un escenario donde los costos de los insumos agrícolas han tenido una tendencia al alza, sin ningún presupuesto estatal para la absorción de cosecha, sin capacidad de almacenamiento estatal, con una empresa pública como la Unidad Nacional de Almacenamiento (UNA) declarada en liquidación. Un escenario parecido enfrentan los maiceros.
Si se piensa en reactivación. Mirar a este sector es clave. La agricultura aporta con el 9,16 % del PIB y en los últimos 7 años ha empleado el 27,25 % del total de la población económicamente activa. En el período 2013-2018, el promedio de las exportaciones del sector agroalimentario fue de $ 5.506 millones, mientras que el promedio de las importaciones fue de $ 1.951 millones, mostrando una balanza comercial holgadamente positiva. ¿Qué cambiar? Los países desarrollados que han demostrado una orientación hacia el fortalecimiento de la competitividad del sector agrícola son aquellos que han invertido en rubros tales como investigación y desarrollo, servicios de inspección sanitarios, educación agrícola, infraestructura, y promoción y desarrollo. Definitivamente, cambiar la orientación del gasto hacia estos rubros implicará una reestructuración de la política agropecuaria.
Esta reestructuración debe implicar instrumentos que sustituyan los precios mínimos de sustentación, por la fijación de un ingreso mínimo para los agricultores; la absorción de cosechas debería estar insertada dentro de diferentes programas de alimentación de nuestra población; se requiere establecer instrumentos para cubrir algunos riesgos naturales y financieros y, finalmente, la apertura de nuevos mercados internacionales para colocar los excedentes de producción o nuevas mercancías agrícolas”.