Perder una elección o el país
En esta disyuntiva se encuentran los partidos tradicionales de derecha y centro por la derrota electoral sufrida en primera vuelta y el triunfo de Petro, izquierda, con 40 % de los votos, y Hernández, populista conservador, con 28 %. El electorado mostró su inconformidad, votó por un cambio: el gobierno del uribista Duque tiene una desaprobación de 73%. El modelo económico extractivista está agotado, los partidos políticos tradicionales históricamente en el poder perdieron credibilidad, las élites son incapaces de entender el descontento del pueblo que vive en condiciones precarias e incluso han boicoteado los acuerdos de paz para luchar contra la violencia, inseguridad y narcotráfico; la pandemia agravó la pobreza y desigualdades. El dilema citado expresado por el excandidato derechista Fico Gutiérrez al proponer endosar su votación al ‘outsider’ Hernández, obviamente destaca explícitamente que el enemigo político, de clase y proyecto histórico es Petro. La consigna electoral es todos contra el Pacto Histórico, impulsando una polarización diferente y complicada. Los triunfos en las legislativas y la primera vuelta son un duro golpe al bloque político dominante y conservador y a los clanes familiares que se han apoderado de las regiones, fomentando el paramilitarismo, y vinculados al narcotráfico, caso de los Char en Barranquilla y Uribe en Antioquia. En segunda vuelta el contrincante de Petro es Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, populista de derecha cuyo proyecto político es predominantemente unipersonal, su discurso es antipolíticos y de “acabar con la robadera” de estos; logró interpretar el hastío ciudadano con la corrupción. Él no se considera político sino un administrador. Su campaña es sin eventos masivos ni grandes discursos y no participa en debates en TV. Hace transmisiones directas en Facebook y Whatsapp. No tiene organización política propia, lo catapultó nacionalmente una portada de la revista Semana (19/12/2021) sobre un cohete y el titular ¡Despegó Rodolfo! El “ingeniero” deja más inquietudes que certezas como posible gobernante. Se avizora un balotaje sin precedentes y de incertidumbres.