Diario Expreso

El Tesoro Real, las joyas mejor guardadas de Portugal

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Oro, esmeraldas, diamantes y auténticas obras de arte creadas por los más conocidos orfebres europeos. Son las joyas de la corona portuguesa que se exponen por primera vez en la que será su sede permanente, el Museo del Tesoro Real de Lisboa, convertido en una de las mayores cajas fuertes del mundo.

Ubicado en el ala oeste del Palacio de Ajuda, residencia oficial de la familia real en el siglo XIX, el nuevo museo abrió las puertas con una amplia colección formada por más de mil obras, con miles de diamantes y piedras preciosas procedente­s de Brasil. “Es una colección muy diversa e intentamos en sus núcleos mostrar en qué contexto eran usadas estas piezas”, señaló el director del museo, José Alberto Ribeiro.

Expuestas en muestras temporales y guardadas en las cajas fuertes del Banco de Portugal hasta ahora, las piezas forman parte del tesoro de la corona y abarcan desde el siglo XVI hasta la caída de la monarquía en Portugal, en 1910.

Parte del patrimonio real se perdió en el gran terremoto de Lisboa, en 1755, en el incendio que destruyó el palacio de madera de los monarcas, en 1794, en robos, guerras y en el traslado de la corte a Brasil, pero aún se conservan piezas únicas. Una de las estrellas de la colección es el collar de la reina consorte de España e infanta portuguesa María Bárbara de Braganza, con diamantes de 24 quilates y dos esmeraldas colombiana­s clasificad­as como ‘gotas de aceite’.

Otra de las grandes joyas es la tiara de la reina María II de Portugal, hecha de oro, plata, cinco zafiros y 1.400 diamantes, que solo estará expuesta un año al ser propiedad de un coleccioni­sta privado.

Entre las obras más valiosas, destacan la corona de oro de Brasil encargada por João VI, un toisón también de oro, mantos reales y la tabaquera pedida por José I a la orfebrería de Luis XV de Francia en el siglo XVIII, considerad­a la más espectacul­ar de las realizadas en Europa, con un peso de casi 30 quilates.

Más de 20.000 piedras preciosas de Brasil, sobre todo diamantes, junto a la placa de Nuestra Señora de la Concepción de Vila Viçosa, realizada para la proclamaci­ón como rey de João VI en 1818 en Río de Janeiro, reflejan la importanci­a de la historia colonial portuguesa.

La vajilla del rey Fernando II y su hijo, Luis I, y la icónica de plata fundida realizada en el taller francés François-thomas Germain para el rey José I prueban el interés de los monarcas lusos por la orfebrería.

En el acceso a las instalacio­nes, un control de seguridad alerta al visitante de que no está en un museo normal. El Museo del Tesoro Real es una gigantesca caja fuerte. Sus puertas blindadas protegen un espacio de 40 metros de ancho, por 10 de largo y 10 de alto.

Cuando se abre el blindaje, dos puertas de vidrio a prueba de bala protegen el interior, que alberga casi 80 expositore­s en tres niveles, protegidos también con vidrios a prueba de bala.

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EFE Inauguraci­ón. El museo abrió las puertas con una colección de mil obras.

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