El fugitivo que hacía comidas y recados a las ancianas del barrio
Era el mayor falsificador de monedas; estaba en la lista de los más buscados
Manuel Bellido Moreno, El Lolo, como lo conocen en el madrileño distrito de San Blas, se instaló con sus dos hijas en el número 1 de la calle Tapicería hace ocho años. Había estado en la cárcel porque le habían encontrado en 2014, junto a su mujer, dando salida a los dólares y billetes de 50 euros que fabricaba Rafael Velasco -el faraón de los billetes falsos- en su chalé de una urbanización de Bargas (Toledo). Es la primera noticia que tiene la Policía de Bellido, de 46 años.
Después, quedó en libertad a la espera de juicio y se fue a Cambados (Galicia) a trabajar irregularmente como tapicero. Tras romper del todo con la que era su esposa, regresó a Madrid a finales de 2014, según su abogada. Y un año después arrancaba una operación policial de la Brigada de Investigación del Banco de España (BIBE), tras detectar billetes de 50 euros falsos “muy parecidos a aquellos que hacían con las impresoras Injet y Lasser en Toledo”, asegura uno de los investigadores de esa unidad.
El mismo investigador recuerda que en 2015 “se detuvo a un buen número de personas vinculadas a esa organización (informáticos, especialistas en artes gráficas…), pero el ideólogo era él, que logró escapar”. Así fue como El Lolo se convirtió en uno de los fugitivos más buscados en España. Y, con el paso de los años, también en uno de los vecinos más queridos del barrio de San Blas.
“Fue condenado en sentencia firme a una pena de nueve años de prisión por un delito de expedición y distribución de moneda falsa. Se le considera el mayor falsificador de moneda de España (...). Tiene 46 años, mide dos metros, y es de piel morena y ojos oscuros. Tiene fácil acceso a elementos para falsificar documentación, tarjetas de crédito y cheques de viaje, entre otros, lo que dificulta su identificación”. Era la descripción que daba de él la Policía en la lista de los 10 delincuentes más buscados -Bellido era el que llevaba más tiempo siendo perseguido-, que apelaba a la colaboración ciudadana para localizarlos. Bingo.
Una mujer lo reconoció en la foto que se publicó, a pesar de que estaba mucho más calvo y con algo más de peso, acudió a un agente de la Brigada Móvil del Metro de Madrid y facilitó los datos de su domicilio. Allí lo detuvieron, en medio de una algarabía general. Tuvieron incluso que intervenir agentes de las Unidades de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional porque los vecinos comenzaron a arrojarles objetos a los agentes para impedir que se lo llevaran. Al Lolo lo quieren mucho en ese barrio de edificios bajos, y calles y plazas entrelazadas con nombres de antiguos oficios (Sillería, Ebanistería, Tapicería...), todas las labores que el fugitivo más buscado de España hacía para sus vecinos. “Arreglaba muebles, tapizaba sillas, montaba cosas y se ganaba así un dinero”, recuerdan en la plaza contigua a su casa. “En pandemia, por ejemplo, se dedicó a hacerle la compra a las mujeres mayores que estaban solas y los recados a los bares y restaurantes de la zona”, cuentan. “Además, hacía comidas por encargo y preparaba tartas de cumpleaños para los niños del barrio”, aseguran.