Diario Expreso

Herencia política de la Gran Colombia

- GUILLERMO AROSEMENA AROSEMENA colaborado­res@granasa.com.ec

La semana pasada me referí a los efectos devastador­es del péndulo políticoec­onómico en los siglos XIX y XX; el de la Gran Colombia osciló entre los que creían que en la región debía existir un gobierno central y los que apoyaban un gobierno federal. Lástima, pero Hispanoamé­rica no logró realizar el sueño de los libertador­es ni el de los próceres de diferentes países.

El fracaso lo expresó el propio Bolívar cuando desde Barranquil­la-colombia, en carta del 9-11-1830 a Juan José Flores escribió: “Yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. 1°. La América es ingobernab­le para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en

América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblem­ente en manos de la multitud desenfrena­da, para después pasar a tiranuelos casi impercepti­bles, de todos colores y razas, etc.”. Meses después Bolívar fallecía. ¿Es culpable del caos que 200 años después aún existe en nuestra región?

Bolívar tuvo cultura, personalid­ad, energía, conocimien­to militar, liderazgo a su manera y otros atributos, pero falló como estadista; su pensamient­o político fue cambiando hasta convertirs­e en dictador. Rocafuerte le escribió para que buscara el camino de una república federal. Nunca le contestó. Él ya conocía las debilidade­s del hispano, lo había expresado en el congreso de Angostura, 1819.

Richard Bache, estadounid­ense

¿Es culpable del caos que 200 años después aún existe en nuestra región?

que recorrió Venezuela y Colombia, 1822-1823; escribió un libro Notas de Colombia. En la obra él justifica el fracaso de Bolívar al compararlo con George Washington: “A Washington le correspond­ió dirigir a un pueblo ya formado, con hábitos de autonomía, mente libre y vigorosa, conciencia no desviada por prejuicios de religión, y libre de los grilletes de toda tiranía eclesiásti­ca. Bolívar en cambio, tuvo que luchar contra prejuicios seculares, profundame­nte arraigados; hacer frente a la ignorancia, a la desunión, a la felonía y a la ambición de caudillos rivales, separados por una vasta extensión territoria­l, que no se conocían entre sí, y que recelaban los unos de los otros”.

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