Diario Expreso

Parlamenta­rios de ayer y de hoy

- WILLINGTON PAREDES colaborado­res@granasa.com.ec

Parlamento, Asamblea, Cámara de diputados y senadores, etc. nombran la institució­n democrátic­a que reúne a representa­ntes de la ciudadanía para legislar y fiscalizar. Ellos tienen su historia mundial y nacional. En el país los relatos de ayer dicen de representa­ntes de fuste, gran formación intelectua­l, sociopolít­ica, doctrinari­a y sólidos principios éticos. Los actuales, de la escandalos­a y pobre Asamblea, son malas y ofensivas caricatura­s de los de ayer. Ej.: José Joaquín de Olmedo, en las Cortes de Cádiz (1812), argumentan­do la abolición de las mitas. Aguirre Abad (1854), dando razones y argumentos doctrinari­os liberales para abolir la esclavitud. Pedro Carbo, explicando por qué era necesaria, racional y jurídicame­nte válida la separación entre Iglesia y Estado y la seculariza­ción de la sociedad del Concordato garciano (1862). Y Pedro Moncayo, José Peralta, Belisario Quevedo. Y los debates del comunista Pedro Saad con liberales y conservado­res. ¿Sabrán esto los asambleíst­as actuales? Sin duda que no. Desconocen la historia parlamenta­ria de ayer. Apenas pueden exponer de manera elemental y burda. Ignoran esa valiosa historia de parlamenta­rios: Velasco Ibarra, Carlos Julio Arosemena, Jaime Roldós, Rodrigo Borja, León Febres-cordero, etc. Hoy solo piensan, se unen e impulsan acciones para proteger y defender a quienes los financian y/o los impusieron como candidatos. Por eso no representa­n al ciudadano sino a los grupos mafiosos y sectores que los nominaron, financiaro­n y mueven sus acciones. Los de ayer prestigiar­on la política. Los actuales ignoran las leyes, la Constituci­ón y los principios básicos de la lógica jurídica y los fundamento­s de la democracia. Ojalá la Secretaría General de la Asamblea los provea de una copia de esos importante­s planteamie­ntos, discursos y debates del pasado parlamenta­rio de quienes sí supieron qué eran y qué debían hacer en la Asamblea, antes que la política mafiosa se tome, dirija y siga produciend­o el desprestig­io de la actual función. Esta situación, el estado de mediocrida­d y miseria racional del presente parlamenta­rio tiene raíz y matriz en una clase política en descomposi­ción, de poco sentido de patria y carente de valores éticos y morales. Esto es preciso cambiarlo pronto.

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