EL VIAJE Guayaquil-cuenca, 1868
Carlos Ordóñez M., gobernador de Azuay, fue responsable de la construcción del camino Cuenca-molleturo-naranjal, quedó sin terminar
Actualmente toma alrededor de 12 horas viajar en carro, de la frontera con Perú a la de Colombia; en el siglo XIX los viajes demoraban días obligando a los viajeros dormir varias noches a la intemperie o en tambos que se encontraban en el camino; estos sitios de hospedaje eran muy estrechos e insalubres. Viajar a ciudades de la Sierra era riesgoso por los frecuentes accidentes en ascenso y descenso a los Andes. Los guayaquileños se demoraban menos tiempo viajando por mar a Callao, Perú, que a Quito. Para ir a la Sierra se usaba el transporte marítimo hasta Naranjal para ir a Cuenca. A Babahoyo, para la ruta a Quito y otras ciudades de la Sierra. En las crónicas de extranjeros la mayoría refieren viajes a Quito y otras ciudades, pero solo conozco de un libro que describe en detalle: Impresiones de Viaje de Guayaquil a Cuenca, escrito por Francisco Campos, prestigioso historiador guayaquileño.
Él comienza su cronología partiendo de Guayaquil: “…salimos en una chata que se llamaba La Leona, cuando debía haberse llamado La Tortuga. Éramos tres los viajeros […] Este viaje que dura 3 horas en un vapor en chata dura dos días y en la Leona duró tres”. No explica por qué escogió una embarcación tan lenta, sin protección del sol e incómoda. Agrega: “…llegamos por fin al puerto de Naranjal, molidos, quemados, picados, estropeados, aburridos, desesperados y escarmentados”. Al día siguiente partieron hacia Cuenca vía Molleturo, en el camino pasaron por varios sitios cuyos nombres han desaparecido; describió lo que veía y hacía. Sus primeros comentarios fueron que eran tierras donde supuestamente hubo oro; pasaron algunas horas levantando piedras, no encontraron nada y al terminar la tarde llegaron a Mama Cuchu; para dormir amarraron un toldo en un árbol e hicieron fogata para calentarse y protegerse de las culebras. Al día siguiente continuaron subiendo por senderos con profundos precipicios a sus lados, en ocasiones caminaban y en otras trepaban a lomo de mula. La noche siguiente y después de subir caminos muy empinados y con pérdida de aliento llegaron a Chalapud. Campos comenta que Rocafuerte cuando era presidente fue informado de la necesidad de encontrar un camino más corto y menos peligroso hecho por los incas y mejorarlo, por varias causas no se logró. Siguió el ascenso y pasaron por Cascajal, Guagua Tinsai, Tunga, Shagal y llegaron a Yerba Buena. Ese día escalaron mil metros y recorrieron más de 40 kilómetros (la cantidad parece exagerada). Había un tambo, pero no puesto para ellos, estaba el dueño, su familia y arrieros. Durmieron afuera después que la esposa del dueño les preparó comida. Al día siguiente estando a 2.500 metros de altura divisaron a la distancia las ruinas de un palacio de los incas. Campos dedica varias páginas a la historia de los incas y logros de Huayna Cápac. Retomaron su camino a Molleturo al que describe como pueblo antiguo, frío, triste y envuelto en la niebla. Prosiguieron por un estrecho camino, “…sin espacio para las cuatro patas de la mula”. Arribaron a Dalan, donde encontraron una choza, allí se refugiaron. De madrugada sintieron “oscilar la cordillera como si estuviera ebria”. Después supieron del terremoto que causó la muerte a 25.000 personas en Ibarra, Otavalo y Cotacachi. Al día siguiente empezaron el descenso a Cuenca hasta el Tambo de Miguir, donde reposaron hasta el día siguiente que atravesaron el páramo de Cajas. Luego dos días más y otras aventuras hasta llegada a Cuenca. En su segundo período (18691875) Gabriel García Moreno inició la construcción del camino Cuenca- Molleturo-puerto de Bola en Naranjal.