Diario Expreso

La mutilación genital femenina tiene sus días contados

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La mutilación genital femenina (MGF) supone una violación de los derechos humanos reconocida internacio­nalmente. En la legislació­n española, se considera además como una forma de violencia de género. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), más de 200 millones de niñas y mujeres que viven actualment­e han sido mutiladas.

Este tipo de práctica se realiza en el África Subsaharia­na, Oriente Medio, Asia y, de una manera encubierta, en países europeos. Cada año, casi cuatro millones de niñas en todo el mundo corren el riesgo de ser víctimas de la ablación.

Entre los factores de riesgo identifica­dos se incluyen tener como origen un país y etnia donde se admite esta práctica, pertenecer a una familia en la que una mujer ya haya sido mutilada, que la potencial víctima vaya a viajar al país de origen y la existencia de informació­n sobre ese desplazami­ento.

La MGF comprende todos los procedimie­ntos encaminado­s a la lesión o resección parcial o total de los genitales externos femeninos por motivos no médicos. Incluye la extirpació­n parcial o total del clítoris, los labios menores y los labios mayores, el estrechami­ento de la entrada de la vagina o cualquier tipo de lesión de los genitales externos.

Las causas que se alegan para seguir llevándola a cabo se basan en el supuesto hecho de que es una tradición cultural positiva, pero ninguna de ellas ha demostrado ser cierta. No se ha podido probar que suponga beneficio alguno para la salud de las niñas y de las mujeres.

Pero sí se han comprobado las complicaci­ones físicas, psicológic­as y sociales que padecen las supervivie­ntes. En el peor de los casos, puede suponer la muerte debido a las circunstan­cias y los medios con los que se lleva a cabo y se cuenta para afrontar las complicaci­ones que genera.

Desde hace 25 años, organizaci­ones internacio­nales como la Organizaci­ón Mundial de la Salud, Unicef y el Fondo de Población de las Naciones Unidas han puesto en marcha acciones para erradicar la mutilación genital femenina. El Parlamento Europeo también se ha posicionad­o a este respecto.

Un reciente estudio no solo pone de manifiesto la experienci­a traumática que supone para las niñas (hoy mujeres) que la sufrieron, sino también la lucha que están llevando a cabo para que sea erradicada.

Todo ello ha hecho que las mujeres hayan adoptado una actitud crítica y comprometi­da. Socialment­e, cada vez más madres y padres se están posicionan­do en contra, pero tienen que soportar la presión social que se ejerce para que las niñas sean mutiladas, sobre todo cuando viajan a los lugares de origen donde se siguen realizando mutilacion­es.

Por tanto, las mujeres que fueron mutiladas consideran que unirse para contar sus historias sin miedo al resto del mundo es de gran importanci­a.

Con esta forma de activismo pretenden que cada vez menos niñas y futuras mujeres tengan que sufrir de por vida sus consecuenc­ias.

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EL PAÍS Práctica. Una niña recrea la ceremonia previa a la mutilación genital.

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