Politización de la protesta
La protesta social legítima contra el Gobierno, en rechazo a las políticas estatales de los sectores que se consideran perjudicados por ellas, se ve torcida por las acciones de sus dirigentes, que encubren intereses políticos y cuyo objetivo real es debilitar al Gobierno nacional para así ganar protagonismo y obtener el control del país. Basta recordar octubre de 2019, con el secuestro de policías, la destrucción de propiedad privada y la quema del edificio de la Contraloría para vislumbrar todo lo que las movilizaciones indígenas y los reclamos callejeros pueden enmascarar. Abundan los infiltrados que exacerban la convulsión con mensajes de odio a través de las redes sociales e intentan crear caos en todos los escenarios posibles, con un cúmulo de peticiones absurdas e inconcretables, como pretender que el Gobierno compre excedentes de producción que no se exporta o demandar que no se eleve el precio de los combustibles cuando el diésel y la gasolina ecopaís continúan subsidiados. El bloqueo de carreteras y el paro de transportistas y cualquier acción violenta que impida la actividad productiva normal, atentan contra la convivencia pacífica y la democracia. Tales acciones deben deponerse por el bien del país, por la reactivación económica que tanto se necesita.
Abundan los infiltrados que exacerban la convulsión con mensajes de odio a través de las redes sociales e intentan crear caos en todos los escenarios posibles’.