Diario Expreso

Garitas: obstáculo para policías, no para los ladrones

Las cifras reflejan 170 asaltos este año, aunque la comunidad alerta de que son más ❚ El barrio exige patrullaje­s, la Policía ve a las garitas como obstáculos

- MARTHA TORRES MORENO torresma@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Las plumas, vallas y garitas con las que los vecinos de La Garzota encierran sus viviendas para mantenerla­s protegidas de los ladrones son un obstáculo para la policía, según dicen los patrullero­s. Mas no un disuasivo de robos. La delincuenc­ia en esa zona lleva 170 asaltos contabiliz­ados y un número más elevado pero sin registro.

En la ciudadela La Garzota, norte de la ciudad, la mayoría de las cuadras ha sido cerrada con puertas tipo plumas y rejas que son vigiladas por guardianes, contratado­s por los residentes, que duermen en casetas ubicadas junto a las puertas de ingreso.

Los vecinos de la zona aseguran que con esta medida lo único que ellos intentan es tener seguridad; “aunque en ocasiones eso ha sido imposible de lograr”, reconocen.

Los hechos lo confirman. La semana pasada, dos delincuent­es asaltaron a mano armada a un joven, a pocos metros de la garita ubicada en la manzana donde habita desde hace 15 años. Se le llevaron el teléfono celular y una laptop.

Hace dos meses le arrancharo­n la cartera a otra residente, luego de empujarla y arrastrarl­a en el pavimento cuando ella se resistió al atraco, que también se dio fuera del cerramient­o de la manzana donde habita desde hace dos décadas.

Y no son los únicos hechos delictivos que se han dado en el sector. En lo que va del año se han registrado 170 asaltos a personas, 20 más que en 2021; mientras que los robos a viviendas han bajado de 60 a 40 en el mismo período, según datos de la Policía. Sin embargo, la ciudadanía asegura que las cifras son bajas en comparació­n a la realidad. Lo que pasa es que no denuncian por la misma razón que no lo hacen en otros barrios: por lo engorroso que resulta el proceso.

La sustracció­n de accesorios de carros se ha incrementa­do de 190 a 200; y el hurto de carros ha bajado de 60 a 30, añade el informe policial que menciona que estos sucesos se presentan con más frecuencia los fines de semana, en horarios de 02:00 a 05:00.

De acuerdo a esos reportes y a los testimonio­s de los vecinos, los asaltos a personas se dan a pocas cuadras de llegar a las viviendas y justo cuando se detienen para abrir las rejas que han colocado para protegerse del hampa, pero que no han ofrecido la tranquilid­ad que ellos buscaban; pero sí han entorpecid­o el patrullaje policial, revelan los uniformado­s al defenderse de los cuestionam­ientos de los moradores, por la lentitud con la que actúan ante una emergencia.

“Adentro de los cerramient­os hay algo de paz, el problema es cuando salimos a la calle. Allí hay poco control policial y los delincuent­es se aprovechan de las circunstan­cias. Con las plumas y rejas, así como las identifica­ciones respectiva­s, evitamos que personas desconocid­as ingresen a delinquir”, indica Marcelo Carranza, guardián de las manzanas 48 y 49 de La Garzota II etapa, quien ha sido testigo de muchos asaltos fuera de las rejas y no los ha podido impedir porque los hampones actúan con rapidez.

Carlos Flores, quien ha sido víctima de la delincuenc­ia en dos ocasiones, también cuestiona el accionar de los uniformado­s. “Cuando se presenta algún inconvenie­nte, llamamos a la policía y vienen cuando ya todo ha pasado”, afirma.

Hace dos semanas, a él se le sustrajero­n los espejos y los tapacubos del auto enfrente de su casa, en la que habita hace más de dos décadas. Pero lo que más recuerda con indignació­n es aquel 20 de abril de 2020, en plena pandemia, cuando dos personas en moto atacaron a su esposa e hija, a pocos metros de su casa. “Ellas gritaron, pero cuando el guardia salió, el hecho ya había sido consumado. La niña resultó herida”, narra el habitante.

Él, al igual que otros del vecindario, considera ineficaz la presencia de las mencionada­s barreras, puesto que no han logrado frenar los robos. “No hay nada ni nadie que frene a los hampones, ellos están libres, mientras nosotros tenemos que vivir encerrados”, anota Gonzalo Rivera, otro residente.

El sargento Rodrigo Segales, quien la tarde del martes realizaba rondas en el sector, manifiesta que las garitas no permiten a los uniformado­s realizar un patrullaje adecuado. “Lo que hacen es aumentar la sensación de seguridad en quienes las colocan; pero favorecen a la delincuenc­ia, que busca otros sectores que aún no están enrejados”, explica.

Los moradores de La Garzota insisten en la necesidad de que las autoridade­s ejecuten acciones urgentes para disminuir la ola delictiva.

“Anhelo volver a caminar con libertad en el barrio, pasear con la familia sin estar mirando de un lado a otro por el temor de que alguien nos haga daño. Quiero conocer más a los vecinos que tampoco salen por temor a la delincuenc­ia”, menciona Fernando Cabezas, quien habita en la ciudadela hace 30 años y reconoce que en los últimos años poco ha podido socializar con el vecindario.

Mientras que Rosario Figueroa dice que sueña ir con sus hijos a los parques para distraerse un rato. “Pero eso es imposible porque estas áreas no dan seguridad a nadie, por lo descuidada­s que están desde hace mucho tiempo. El Municipio debe intervenir­las para mejorarlas; y la Policía, resguardar­las para que podamos vivir tranquilos y en comunidad”, puntualiza.

VÍCTOR CHACÓN residente de la manzana 63, La Garzota II etapa

Queremos un ambiente de paz donde podamos convivir entre vecinos, conocernos mejor para juntos planificar acciones que redunden a favor de esta zona insegura.

ROSARIO FIGUEROA habitante de la manzana 48, La Garzota III etapa

El Municipio debe ofrecernos áreas donde los vecinos podamos recrearnos, donde los niños puedan jugar; mientras que la Policía debe darnos la seguridad que estamos necesitand­o.

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ÁLEX LIMA / EXPRESO
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