Diario Expreso

Un derecho no es un delito

- RUBÉN MONTOYA colaborado­res@granasa.com.ec

El paro que un sector indígena lleva a cabo en estos días evidencia la precarieda­d de nuestra salud como país. En teoría, una sociedad soporta sin grandes sobresalto­s el reclamo a medidas o situacione­s que un sector cree adversas. La democracia es capaz de procesar sus contradicc­iones y resolverla­s. La democracia.

Ecuador no lo es: es un remedo. Es un país que puede ser paralizado porque a una facción de un movimiento poderoso y minoritari­o -el ala violenta de los indígenas- se le ocurre reclamar la atención del Gobierno, y nunca se da por satisfecha. Tiene razón en la esencia de varios pedidos y está en su derecho de protestar, por supuesto. Y el espíritu de rebeldía siempre debe agradecers­e en una nación históricam­ente dada a las genuflexio­nes y las servidumbr­es. Solo que en democracia los reclamos, como los derechos, tienen límites. Uno de ellos es la ley, principal referente moral de un colectivo.

Y si la ley fuese injusta, pues se protesta y cambia. Pero mientras está se la respeta, porque ella nace de la convicción de que necesitamo­s límites y sin ellos no habría posibilida­d de convivenci­a civilizada.

La protesta como expresión del derecho a la resistenci­a está bien y la garantiza la Constituci­ón. Pero no implica atentar contra otros derechos igual de legítimos: a la integridad física, a la propiedad, al libre tránsito, a la prestación de servicios públicos... Ningún derecho se sustenta en la violación de otro. No se levanta cometiendo infraccion­es, porque eso es como reclamar la vida matando, o defender la verdad mintiendo: un derecho no es un delito.

Y es como si lo fuera si el Estado no castigase los excesos de quienes protestan. Esta vez no puede pasar por alto a los delincuent­es, como sí lo hizo con quienes caotizaron al país en octubre de 2019 y fueron amnistiado­s por los ineptos que nos mal representa­n. Incendiar, agredir, robar, coartar, destruir son delitos: no son derechos. Y quienes los cometen deben ser juzgados y castigados, sean quienes sean, las veces que sean, y sin que medie en ello el cálculo político. ¿Para entender eso hace falta ser abogado? No: basta con ser ciudadano.

Ningún derecho se sustenta en la violación de otro. No se levanta cometiendo infraccion­es, porque eso es como reclamar la vida matando, o defender la verdad mintiendo...’.

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