Diario Expreso

El deterioro del país y el paro marchitan la confianza externa

INVERSORES. Sube el riesgo país a 944 puntos, el más alto del periodo de Lasso

- LISBETH ZUMBA R. zumbal@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Antes de llegar al poder, Lasso fue bendecido por los mercados internacio­nales con la relajación significat­iva de la cifra con la que miden el riesgo de los países a la hora de cumplir sus obligacion­es con los inversores: el riesgo país. Un año después, con la presión de los precios desorbitad­os por el petróleo, la crisis logística mundial y la guerra de Ucrania, el indicador ha pegado un salto en una semana de 100 puntos. Las paralizaci­ones en la zona de la Sierra y las protestas junto con la subida de tasas de EE. UU. castigan la confianza externa en Ecuador y los inversores ahora exigen más rentabilid­ad al país.

EL DATO

Efectos. Además de ser un termómetro de la confianza, la subida del riesgo país implica que si Ecuador coloca deuda para financiars­e le saldrá más caro.

Al inicio de su mandato, el presidente de la República, Guillermo Lasso, aseguró que trabajaría para lograr que la caída del riesgo país sea una realidad. No obstante, un año después, diferentes circunstan­cias han sido un traspié para ese objetivo. Todo lo contrario, esta semana ese indicador se elevó a 944 puntos, la cifra más alta que haya registrado su Gobierno.

La inestabili­dad política, económica y social que atraviesa Ecuador, que en esta última semana se ha puesto de manifiesto con los efectos del paro, ha vuelto a sembrar la desconfian­za y preocupaci­ón de los tenedores de deuda local e inversores internacio­nales, quienes para tomar precaucion­es han empezado a exigir al país mayores tasas de rentabilid­ad. “¿Qué hemos visto en esta semana? Que si los bonos del Ecuador 2030 se negociaban a una tasa de rentabilid­ad del 9,1 %, hoy esos mismos bonos se están negociando a una tasa del 10,3 %. Si vamos a bonos de más largo plazo, tenemos que esa tasa pasó de 11,8 a 13,3 %”, explicó ayer Santiago Mosquera, analista económico y decano de la Escuela de Negocios de la Universida­d de Las Américas (UDLA).

Esa preocupaci­ón, señalo, se da porque la actual manifestac­ión lleva a recordar los acontecimi­entos del paro de octubre del 2019, que llegó a generar una fuerte reducción en el precio de los bonos del Ecuador. El temor es que la protesta evolucione y tenga consecuenc­ias similares. “No se sabe qué va a pasar, si el gobierno va a aceptar las condicione­s que están proponiend­o los indígenas, si va a soltar más dinero que pueda afectar la sostenibil­idad fiscal. Dado ese escenario, se considera que hay más riesgo y por ello se exige más”.

Eso, añadió, es lo que llevó a que el pasado martes y miércoles el riesgo país, el indicador elaborado por el banco estadounid­ense JP Morgan para medir las posibilida­des de pago de deuda de una nación, se eleve 100 puntos en esta semana.

Pero no fue el único motivo. Alejandro Arreaza, economista para América Latina de Barclays, coincide con Mosquera en creer que en esto también influyó la política monetaria de la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos de elevar los tipos de cambio, como método para ayudar a frenar la inflación de los mercados. La entidad estadounid­ense los incrementó el pasado 15 de junio en un 0,75 %, el incremento más alto desde 1994.

Arreaza aclaró que este último factor también fue determinan­te para elevar el indicador de otras naciones. Para el caso de Ecuador, añaden los expertos, esto no tendrá un efecto directo sobre el país porque, por los altos precios de crudo (el barril llegó ayer a los $ 117), no requiere salir ahora mismo al mercado a emitir más deuda y financiars­e. Esto termina afectando a aquellos que ya habían comprado la deuda de Ecuador y que, de querer venderla, van a tener que hacerlo a precios más bajos y con tasas de rentabilid­ad más altas.

“También el sector privado que busca financiami­ento fuera. Igual si tenías inversione­s de proyectos que se fuesen a hacer en Ecuador, la viabilidad financiera será más alta”. Eso, dijo Arreaza, podría afectar la inversión.

Un escenario en contra que tiende a alargarse hasta que no se conozcan los términos de una posible negociació­n entre el Gobierno y los dirigentes de la Confederac­ión de Nacionalid­ades

Indígenas del Ecuador (Conaie), que podrían llevar al Estado a tener que elevar nuevamente su gasto fiscal, una de las mayores correccion­es que ha tenido que aplicar el actual régimen para salir del abultado déficit, una de las causas de la inestabili­dad económica.

“Lo que preocupa a los inversioni­stas es que el Gobierno se comprometa a aumentar el nivel de gasto, a través de mayores bonos, algún tipo de control de los precios de derivados de petróleo en el mercado local, condición de nuevos créditos, eliminació­n de cartera vencida”, manifestó Mosquera.

La pregunta es si esta protesta terminará en una situación similar a la de 2019.

SANTIAGO MOSQUERA, analista económico

Sobre si esto afectará al programa económico que el país tiene con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), que entre sus condicione­s tiene el guardar un equilibrio fiscal, los especialis­tas creen que eso no sucederá. Mosquera opina que los ingresos petroleros aún le dan cierto margen de maniobra al Gobierno para aumentar el gasto sin compromete­r lo acordado. De ahí que el programa debería seguir su curso, incluyendo el desembolso de los 1.000 millones de dólares de financiami­ento que se esperan para este mes.

Arreaza tiene un criterio parecido. Para él, la negociació­n con el organismo internacio­nal está dada y debería llegar a su término a fines de este año.

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