La pobreza hace ladrones y el amor poetas
El Gobierno y la empresa privada están unificando esfuerzos para combatir la desnutrición infantil en Ecuador, lo cual es muy loable dado que los niños son la esperanza del país, pero existe otro eje que también debe ser analizado para evitarlo, dentro de lo posible, y esto es la mendicidad infantil. En una calle del barrio Centenario vi en una esquina a una abuelita con sus tres nietos. Por su acento identifiqué que eran extranjeros. La adulta mayor estaba en la esquina, sentada sobre un banco de plástico plegable, mientras que los niños iban por separado a pedir limosna a los conductores, pero lo hacían diciendo “una bendición, por fis” y extendían su mano. Sobre la calle y cerca, donde permanecía la adulta mayor, estaba un portabiblia cerrado, tal vez a manera de escudo, excusa, no lo sé. Otro caso similar vi en la Av. Trujillo: una niña de alrededor 10 años pedía limosna en los exteriores de un minimarket a los clientes. Esta menor recorre ejecutando la misma tarea las ciudadelas del sur (Almendros, Saiba, Villamil) hace tres años, acompañada siempre de un hombre, quien se queda a pocos pasos de ella para ver el desarrollo de sus acciones.
Las autoridades pertinentes deben estructurar planes para rescatar a aquellos niños que enfrentan este tipo de situaciones. No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar la vida de algunos.