Diario Expreso

El `dolarazo', una opción por la subida del costo del almuerzo

En Urdesa y Samborondó­n la comida de mediodía cuesta $ 4; en el centro desde $ 2,75 ❚ Afectan la inflación y el paro ❚ Los informales la ofertan a $ 1

- LINA ZAMBRANO zambranol@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

En dos meses consecutiv­os el precio de los alimentos ha subido. En mayo fue por la inflación generada por el conflicto entre Rusia y Ucrania, que básicament­e ha encarecido el aceite de cocina y otros insumos como la urea que se emplea para cultivar alimentos. Ahora se suma el paro de la Conaie, que con bloqueos de vías, amenaza con repercutir en un desabastec­imiento de productos en las ciudades. Ayer, en el mercado de Montebello un saco de zanahoria se vendía a $ 120, un atado de cebolla blanca, a $ 5; y unas ramitas de hierbita, que antes costaban $ 0,15, ahora se venden a $ 2.

Todo esto afecta a la canasta familiar, pero está perjudican­do más a los restaurant­es y a los trabajador­es que están obligados a almorzar fuera de casa. Frente a esta coyuntura, Diario EXPRESO salió a escuchar las opiniones de dueños de restaurant­es que ya sienten el efecto y, que ante la coyuntura, aplican estrategia­s para tener una oferta más económica. “Antes de que todo suba de precio vendía 100 almuerzos diarios, ahora solo 40. En mi restaurant­e vendo comida a $ 2,50, $ 2,75 y $ 3 para ver si regresan los clientes”, cuenta a este Diario Azucena Luque, propietari­a del restaurant­e D’linda, ubicado en el casco comercial.

Ella dice que para no perder más dinero omite ingredient­es.

Por ejemplo, a la sopa de lenteja no le está poniendo col, porque la unidad costaba antes $ 1,50 y ahora se vende a $ 5.

Otra opción es poner menos papa en la sopa, porque antes un saco costaba $ 26 y ahora subió a $ 45, comenta Antonia Yépez, que tiene un comedor en el sur de la ciudad.

La ganancia se ve mermada. El dueño de Café City, Pedro González, también señala que ha perdido ventas en un 25 % y eso que ha renunciado al 40 % de los beneficios que tenía antes, al no subir el precio del plato.

Esto cuando se habla del almuerzo económico, porque el considerad­o como ejecutivo cuesta entre $ 5 y $ 7. “Cuando se trata de platos a la carta, los $ 10 que se cobran no dejan ganancias, porque pagamos al personal”, indica Javier Reyes, propietari­o del restaurant­e La Pequeña Montañita, al norte de la urbe. Pese a todo el esfuerzo que hacen los dueños de los restaurant­es, no pueden competir con los ‘dolarazos’, que son pequeñas tarrinas que se venden a $ 1 y que contienen una buena porción de arroz con una pequeña proteína, que puede ser pollo o carne. “Ahora vendo más, ya no me alcanzan las 80 tarrinas que traigo”, revela Emily Muñetón, una de las personas que ofrece este tipo de oferta.

Muñetón explica que ella no pasa mucho tiempo en el parque San Francisco, porque en breves minutos se le terminan los almuerzos. “Aquí compran hasta los ejecutivos que trabajan en el sistema financiero. Mandan a comprar con los conserjes cuando ellos vienen por su comida”.

¿Y por qué prefieren el ‘dolarazo’? “Porque además de que cuesta menos, a la cuenta es lo mismo, una comida que no nutre pero llena y uno se ha ahorrado $ 1,75 si está en el centro y hasta $ 3 si es en Urdesa o en Samborondó­n”, argumenta José Sánchez, quien trabaja como mensajero.

Sánchez agrega que cuando está a la altura del parque Centenario, opta por la guatita que también venden a $ 1.

Otra alternativ­a es también el ‘chaulafán andino’, como denominan al platillo que contiene mote con melloco, choclo, haba, chifle, cuerito, maní, ensalada y un huevo duro, que cuesta $ 1, y con fritada $ 2. Esto es cuando está cerca del edificio del Gobierno Zonal, en la avenida Francisco de Orellana.

Carlos Torres, quien trabaja en ventas y cobranzas, manifiesta que en Urdesa o Samborondó­n los almuerzos cuestan de $ 4 en adelante, por lo que cuando está por allá busca las camionetas que venden más barato.

Él enfatiza que siempre han existido opciones más baratas para comer. Antes de lo que ahora se conoce como ‘dolarazo’, estaban los famosos ‘agachadito­s’. La diferencia es que ahora atraen a más clientes.

JOSÉ SÁNCHEZ, mensajero

Para ahorrar dinero prefiero comprar un `dolarazo', que no me nutre pero me llena y allí me aguanto hasta llegar a casa. Entiendo que en el restaurant­e cuesta más porque pagan local.

CARLOS TORRES, ejecutivo de ventas y cobranza

En el centro el almuerzo cuesta $ 2,75, pero ahora sirven menos. En Urdesa y Samborondó­n, desde $ 4. Cuando ando por este último sector compro comida en camionetas a $ 3.

El precio de los alimentos se ha disparado en origen y a nivel de consumidor. A la par que los restaurant­es y locales de almuerzos de la ciudad encarecen sus menús, la competenci­a informal saca opciones por un dólar.

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CHRISTIAN VÁSCONEZ / EXPRESO

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