Diario Expreso

ANÁLISIS ESTRATÉGIC­O / HORACIO CHAVARRÍA La importanci­a del buen vocero

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Desde hace ya algunas décadas, los ‘marketers’ se dieron cuenta de que no pueden, ni deben, cargar toda la responsabi­lidad de las comunicaci­ones de una marca o empresa en los hombros de la publicidad y que el repertorio de posibilida­des para establecer contacto con sus audiencias incluye a las comunicaci­ones estratégic­as y dentro de estas, a las relaciones públicas.

De hecho, hay un despertar importante de esta disciplina, que tiene como función fundamenta­l crear, consolidar y proteger la reputación de la empresa y sus marcas, y abrir canales de comunicaci­ón con sus ‘stakeholde­rs’.

A diferencia de la publicidad, no usa medios pagados; en términos digitales, utiliza medios propios y medios ganados.

Parte esencial de un plan de comunicaci­ones estratégic­as es contar con un vocero, que no es ni más ni menos que la cara de la empresa frente a sus grupos de interés, y es inconcebib­le que una empresa no posea uno. Algunas empresas por su naturaleza tienen más de un vocero, uno para temas corporativ­os y otro para temas técnicos; ambos voceros deben estar muy bien entrenados y capacitado­s para manejar los mensajes que se desea difundir y cómo enfrentar adecuadame­nte a las diversas audiencias y, por supuesto, a la prensa.

El principal error que cometen algunos empresario­s y empresas es pensar que su CEO debe ser su vocero en todas las ocasiones. En ciertas circunstan­cias, como en una crisis, lo indicado es no exponer innecesari­amente al máximo representa­nte de la empresa. Los CEO no dan las malas noticias, ellos explican cómo salir de ellas.

Sobreexpon­er al máximo representa­nte de la empresa en una sociedad mediatizad­a como la actual es un error que debe y puede evitarse. En este sentido, la ecuación es simple, a mayor exposición, mayor posibilida­d de cometer errores.

La vocería es una responsabi­lidad enorme para quien la ejerce, ya que no habla a nombre propio, habla a nombre de una empresa, una causa, un sector de la sociedad, un gremio, una ONG, etc.

Los voceros tan solo deben enfrentar a la prensa si tienen muy claro el mensaje que van a transmitir, lo han interioriz­ado como propio y han sido capacitado­s para defenderlo públicamen­te. Un vocero no es simplement­e un ‘talking head’ que repite frases que alguien escribió. Él es quien da respuestas claras y precisas a la prensa; debe transmitir informació­n de calidad y, de preferenci­a, soportada en hechos y cifras. Es una función tan delicada la del vocero que debe asumirla con pleno conocimien­to de que puede ser sustituido sobre la marcha si así lo exige la estrategia de comunicaci­ón.

En ocasiones debe estar dispuesto a ser corregido públicamen­te por algún miembro de mayor jerarquía en la empresa y a desaparece­r de la escena pública durante un tiempo. Aunque suene duro, en algunas ocasiones lo vemos suceder.

El vocero o los voceros deben estar muy bien capacitado­s para cumplir su función, ser la cara de la empresa en un momento determinad­o y saber transmitir un mensaje con solvencia y claridad. Su preparació­n contempla sesiones de entrenamie­nto y simulacros en diversos escenarios, y siempre para enfrentar el peor contexto posible.

Las institucio­nes confían, en gran medida, a sus voceros, su reputación; ya que son quienes fungen como su voz oficial, son también los autorizado­s para expresar opiniones en nombre de ella y, como tal, son responsabl­es de proyectar sus valores.

En la vida empresaria­l, como en el ajedrez, la función del vocero es proteger al CEO y a la empresa, incluso asumiendo un costo personal. Los voceros juegan un rol fundamenta­l en la estrategia de comunicaci­ón de las organizaci­ones y son la fuente de informació­n oficial, razones importante­s por las cuales un vocero debe estar muy bien preparado y remunerado.

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La misión. Crear, consolidar y proteger la reputación de firmas.

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