Luces rojas y azules
El destello de los patrulleros, con sus típicas luces azules y rojas parpadeantes, da serenidad. Reducirán o no los casos de robos. Pero se siente como un disuasivo.
Hay que reconocer que en los últimos días los agentes de policía, junto a los de tránsito y los de seguridad municipal, han dejado de ser invisibles en los barrios residenciales de Guayaquil. Pasean caminando en parejas, dan vueltas con las camionetas y hay más. Se los ve. No son imaginarios ni están solamente en los comunicados de prensa del Gobierno.
Imposible medir aún en número si están siendo efectivos para reducir las cifras de impacto de la delincuencia común en los ciudadanos, pero lo que sí es mencionable y reconocible es el mensaje que dejan: el Estado está presente.
El ciudadano siente -al menos momentáneamenteque hay alguien cerca de su puerta, de su lugar de paseo, de sus parques, que hay fuerzas del orden. Sea cual sea la razón por la que se ha tardado tanto en movilizar efectivos realmente a las calles, son bienvenidos los uniformados que ahora dan vueltas en los barrios en donde los guayaquileños estaban cediendo cada vez más terreno a los delincuentes.
Difícil medir si las cifras de delincuencia común han caído en los últimos días, pero lo que sí puede hacerse es reconocer que ahora sí se ven uniformados en los barrios residenciales. Al menos, con un efecto disuasivo y tranquilizador’.