Diario Expreso

Liderar en un mar de subjetivid­ades

- JAIME ANTONIO RUMBEA Twitter:@tonorumbea

Durante años los esfuerzos sobre negociació­n y resolución de conflictos se centraron en aumentar y luego “dividir el pastel” objeto de regateo.

Bajo aquel enfoque, propuesto por la famosa escuela de negociació­n de Harvard, al Sr. Iza y al Sr. Lasso les tocaría revisar juntos el listado de diez puntos del indigenado, agregar a aquellos otros diez del Gobierno, para luego explorar los posibles traslapes y coincidenc­ias, previo a hacerse concesione­s.

Pero la fórmula sobre cómo se debe negociar pasó de enfocarse en el tamaño del pastel y la repartició­n de sus pedazos a concentrar­se en las percepcion­es de los hambriento­s comensales.

La escuela de Harvard evolucionó: poco importa lo que está sobre la mesa ni lo que reciben las partes, sus percepcion­es sobre ello van por andarivel aparte; los comensales pueden contentars­e con poco o frustrarse con mucho: sus percepcion­es y emociones son independie­ntes de la distribuci­ón material.

Regresando al paro, convengamo­s que las percepcion­es de todos los interesado­s en la teta del Estado, sobre lo deseable y lo plausible, trasciende­n los 10 puntos de Iza. Algunos esperan rápida solución a la parálisis, otros ansían tomar el poder, algunos solo quisieran salchipapa­s, otros no reparan en lo que quieren. Incluso, las percepcion­es cambian, muy rápido, explicando el torrente de ‘fake news’ en redes.

Más harían los responsabl­es concentrán­dose en las percepcion­es sobre las que una solución es posible, que en las reivindica­ciones materiales. No es salomónica la repartició­n por equitativa o por su aritmética, sino porque las partes la consideran justa.

Más haríamos comprendie­ndo las subjetivid­ades que proyectamo­s sobre los problemas y posibles soluciones de nuestro país, que discutiend­o cuál es el precio de la gasolina que nos satisface a todo, porque ese no existe.

Como lo sabe cualquiera que ha prestado su oído a una persona en crisis, el problema real es menos grave para quien lo ve desde afuera. Asimismo, cuando las percepcion­es y las emociones amainan, el pastel, grande o pequeño, es más fácil de cortar.

No es salomónica la repartició­n por equitativa o por su aritmética, realmente, sino porque las partes la consideran justa’.

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