Diario Expreso

Un rincón capitalino retrata la farra ochentera

Los clásicos de los 70 y 80 reviven de la mano de un DJ, en el sur de Quito. Cada sábado 100 personas avivan recuerdos de esos tiempos

- KÁTHERIN HEREDIA R. herediak@granasa.com.ec ■ QUITO

La música retro de los años 70 y 80 vibra al compás que le pone Juan Carlos Suasnavas, un DJ que cada fin de semana pone a bailar a decenas de personas en una discoteca, que ya se ha convertido en ícono del género en el sur de Quito. Hay resistenci­a a dejar una época que jamás volverá.

Para Juan Carlos Suasnavas, el pasado es lo único presente que tiene. Cada fin de semana este hombre se transforma en el ‘Mesías’ y DJ de la música retro.

Desde una discoteca ubicada en el barrio El Carmen, sur de Quito, resucita los clásicos de los años 70, 80 y pone a más de 100 personas a revivir épocas que parecían olvidadas. Muertas. O que simplement­e quedaron contenidas en viejos soportes musicales.

Desde las 20:00, cada sábado, este hombre de 48 años (cabello largo cano, ojos chispeante­s, 1,65 m de estatura, con pantalón de cuero ceñido, camiseta negra estampada y botas oscuras de cuero) instala su tornamesa (tocadiscos de acetatos), amplificad­or, audífonos y otros ‘juguetes’ para dar rienda suelta a la fiesta.

La máquina del tiempo cobra vida en un cuarto oscuro subterráne­o de casi 100 metros cuadrados.

Por las noches su aspecto cambia. De un simple bailadero se convierte en un antro con luces encegueced­oras. Esferas de espejos. Grandes. Pequeñas. Coloridas y plateadas. Paredes con tonos chillones. Y espejos. Por todos los frentes. Para que los danzantes que llegan a este espacio se contemplen mientras realizan movimiento­s propios de aquella época.

Durante cinco horas, la regresión temporal se activa. De a uno, en pareja o en grupo, los aficionado­s desfilan por el sitio. Hay de todo. Jóvenes, viejos, mujeres, hombres y también adolescent­es.

Patricio Aulestia. 55 años. Salió junto a su amiga de 30. Escogió la mejor pinta ochentera: pantalón jean con cadenas laterales sobre los bolsillos. Buzo negro, chaleco jean, botines negros con taco cubano. Su intención era una: ‘sacarle brillo’ al piso. O rocanrolea­r un buen rato, para recordar lo que para él fue “la mejor época” de su vida.

Mientras resuena una canción de fondo del legendario Elvis Presley, los dedos del DJ se pasean por los filos de más de mil discos de vinilo que guarda celosament­e en cuatro cajas de cartón y dos maletas viajeras medianas.

Son su tesoro, afirma. Y como buen explorador, busca con sigilo cuatro acetatos claves para encender el ambiente.

Rock and roll, twist, soul y tecno pop son los géneros que pondrá por una hora y media más.

Dice que este ‘armamento’ es lo más preciado que guarda. Le tomó casi 15 años reunir todos los hits que carga en los contenedor­es.

Invirtió mucho dinero para conseguir estas reliquias musicales, sostiene. Cada disco mide 30 centímetro­s de diámetro, pesa 180 gramos y guarda hasta 10 canciones. Cinco de cada lado. No es nada en relación a las emociones que provoca en los bailarines.

Con solo uno de ellos, puede animar una fiesta hasta por 40 minutos. Aunque también están otros más pequeños, que miden 17 centímetro­s, pesan 80 gramos y solo guardan una canción, cuya duración no pasa de tres minutos.

Estos los utiliza más para lo que él denomina “entretiemp­o”. Para la hora del descanso. O para recuperar energías y saltar recargado a la pista.

Asevera que “la música retro corre por sus venas” y por eso ha hecho algunos esfuerzos. El disco más caro lo trajo de Estados Unidos. Uno de Marilyn Manson. Le costó casi 200 dólares.

Pero también tiene los económicos. No superan los 3 dólares. De ‘Grease’ o ‘Vaselina’, de los legendario­s Jhon Travolta y Olivia Newton-john.

La charla acaba. Las luces se apagan y la pista se enciende cuando la aguja con punta de diamante del tocadiscos de Juan Carlos acaricia el LP (long play) de Chubby Checker. Al ritmo de ‘Let´s twist again’, los bailarines ‘le sacan brillo’ a la baldosa.

Patricio Aulestia se adueña del show. La agilidad de sus pies es irrefutabl­e. Encantador. Magnético para la mirada de los espectador­es. Sus caderas se quiebran de lado a lado y de repente... ¡se lanza al piso!

Se sostiene en el suelo sobre su pierna derecha que está doblada, mientras menea el pie izquierdo al ras de la baldosa.

Para él, la música retro es como una bicicleta. “Cuando aprendes a pedalear (bailar), nunca lo olvidas. Es como si dejaras de respirar”, asiente mientras les da unas ‘clasesitas’ a unos cuantos aprendices que intentan imitarlo sin éxito.

El espectácul­o se mantiene por 20 minutos. Entre rola y rola el hombre se toma un descanso a un costado de la pista. Respira. Bebe agua. Y suelta que la vida es mejor cuando se la disfruta bailando.

“Llegan a mi mente tantos recuerdos de esos años que ya son idos. Ahora los revivo así. En este espacio. Me teletransp­orto al ayer”.

Quedan unos pocos en la pista. Y el DJ cambia de ritmo. A uno más movido. Para no perder cuórum, añade.

Es el turno del rock and roll. El zapateo frontal no se hace esperar. Y otros simulan tocar una guitarra mientras sacuden una de sus piernas.

El ambiente se calienta. La noche se enciende. Las horas corren y los ‘old school’ no se cansan. Se resisten a soltar una época que jamás volverá. Una que ya fue, pero que al menos, desde un rincón del sur de la capital y de las manos de un hombre, recobra vida hasta que las luces se apaguen.

TRADICIÓN

Antes de la llegada de la pandemia realizaban estos eventos, al menos, dos veces a la semana y acogían hasta tres mil personas. Pese a las restriccio­nes, no declinan.

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 ?? HENRY LAPO / EXPRESO ?? Imparable. El DJ Juan Carlos Suasnavas hace magia con sus manos durante al menos cinco horas. Tener buen oído para mezclar es clave, indica.
HENRY LAPO / EXPRESO Imparable. El DJ Juan Carlos Suasnavas hace magia con sus manos durante al menos cinco horas. Tener buen oído para mezclar es clave, indica.
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1. Talento. Patricio Aulestia se robó la atención de la noche. 2. Aparato. La tornamesa es un tocadiscos. En 1925 apareció y superó al gramófono.
1 1. Talento. Patricio Aulestia se robó la atención de la noche. 2. Aparato. La tornamesa es un tocadiscos. En 1925 apareció y superó al gramófono.
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