Diario Expreso

El temor le gana espacio a la convivenci­a en Los Ceibos

Las calles vacías y callejones oscuros mantienen en tensión a los vecinos ❚ Prefieren evitar las salidas por miedo a ser asaltados ❚ Anhelan una vida nocturna

- JOSUÉ ANDRADE A. andradef@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

LIUBINSKY DE LA S

residente

Salgo a hacer ejercicio, pero solo hasta las 19:00, luego todo se vuelve muy peligroso, las calles quedan desoladas y eso es muy llamativo para los ladrones. Prefiero evitar.

RAWAD BZEIH

propietari­o de

negocio

Muy poca gente viene a comer acá en el local, ahora prefieren pedir a domicilio por la insegurida­d. Aquí nunca ha pasado nada, pero la gente está en tensión por lo ocurrido en la ciudad.

SUSANA ANDRADE

residente

Hace falta un poco de vida nocturna en esta zona de Guayaquil, normalment­e todo está muy apagado y hay muy pocos lugares para salir. Es una zona bonita, pero le falta atención.

Oscuros y desolados. Así permanecen las calles y callejones de la urbanizaci­ón Los Ceibos, cuyos habitantes -en su mayoría- han optado por algo más seguro para apaciguar ese miedo que les genera salir en las noches: quedarse en casa. No quieren engordar la lista de las víctimas de la delincuenc­ia.

En un recorrido realizado por un equipo de EXPRESO por este tradiciona­l barrio de Guayaquil, la ciudadanía admite que la convivenci­a se ha perdido a tal punto que, pasadas las 19:00, apenas unos cuantos se lanzan a recorrer los parques o a caminar en familia como lo hacían años atrás.

“Normalment­e la gente llega a sus casas del trabajo y no vuelve a salir, parece que la oscuridad y la insegurida­d hace que cada quien se mantenga en su casa”, señala Tatiana Manosalvas, quien, desde hace dos años vive en el sector.

“Ya me he acostumbra­do, ahora estoy haciendo compras y de ahí no salgo hasta al otro día que voy al trabajo. Es muy poca gente la que sale por las noches. Yo digo que lo hacen solo los valientes, y me apena que sea así, pues hay cafeterías lindas, restaurant­es, plazas... Lo ideal sería que las noches sean para disfrutar, conocer gente, compartir con los vecinos, pero pesa el miedo”, reitera la joven de 25 años.

Pese a que en este sector y las áreas aledañas hay una diversidad de espacios gastronómi­cos, además de un centro comercial, colegios, un parque, una iglesia, hay lugares donde prima el silencio.

“Existen zonas donde hay que pasar rápido porque ahora, más que antes, ves gente en motos estacionad­as en los callejones y, por supuesto, que te preocupas. Con los últimos asaltos registrado­s en el vecindario nos hemos vuelto algo paranoicos. Si hubiera una mejor iluminació­n, si hubiera más agentes en las calles, quizás mi reacción sería otra. Pero como no lo es, no puedo ni quiero arriesgarm­e”, relata Valeska Jarrín. Ella asegura que antes iba y venía al gimnasio caminando, alrededor de las 21:00. Ahora lo hace a las 07:00.

“Luego del robo que sufrió una cafetería en la zona siento más temor. Ahora todo lo pido para llevar. Es como si en casa las restriccio­nes por la pandemia hayan vuelto a tomar fuerza”, agrega.

Se consultó con la Policía Nacional la cantidad de robos registrado­s en lo que va del 2022, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta. Sin embargo, la percepción de la comunidad es muy alta. “A diario escuchas de robos, algunos de tipo arranche. Hay pasadizos que colindan con Mapasingue que son utilizados como vías de escape, en los que siempre escuchas gritos o ves a la gente correr. Allí el control es nulo”, alerta la residente Gianela Pesantes.

Para la ciudadanía, teniendo en cuenta esta realidad, piden con urgencia a las autoridade­s para que transforme­n las áreas grises del vecindario en puntos más coloridos. “Me encantaría ver faroles en las zonas considerad­as rojas, me encantaría ver murales, que hayan bancas en las aceras, en las cercanas a las áreas más transitada­s, para que así podamos lanzarnos a tener vida fuera de casa y no solo a través de Whatsapp. Me gustaría ver, a la par, todo más iluminado. Soy ciclista y antes hacíamos paseos por todo el barrio hasta llegar a la Espol. Lo hacíamos de noche y cerrábamos la actividad comiendo shawarma. Ahora vamos a puntos más transitado­s. Pero eso implica llevar la bicicleta en el carro para hacerlo en sitios que te den más calma, pero no debería ser así”, lamenta George Romero, de 34 años.

En el recorrido se evidenció la presencia policial afuera de las plazas comerciale­s, pero no es suficiente para dar confianza a los residentes. “Aquí nunca ha pasado nada, pero en los últimos meses muy poca gente llega a comer acá. De hecho lo que más tenemos son pedidos a domicilio, la gente prefiere comer en casa que salir y eso no es convenient­e para nosotros”, dice Rawad Bzeih, propietari­o de un local de shawarma. Confiesa que para seguridad de todos han instalado botón de pánico, además cámaras de seguridad y hasta contratan guardianía privada.

Otra área que también va quedando desolada por las noches es el parque principal de Los Ceibos, donde era común ver pasar a adultos mayores caminando. Ahora solo acuden por necesidad. “Antes salía con mi esposa a caminar, nos gustaba hacerlo y disfrutar de la naturaleza, pero ahora con la oscuridad de las calles y lo botado que está, creemos que ya no es una buena decisión”, comenta Ramón Uvidia mientras apresura el paso tomado de la mano de su esposa.

EL DETALLE

En la noche. En Los Ceibos hay al menos cuatro plazas comerciale­s. Pese a la presencia policial, son pocos los clientes. Propietari­os aseguran que hay miedo en ciudadanos.

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