La consigna es el miedo
■ Ha vuelto a empezar. Piquetes de campesinos o lumpemproletarios, grupos de veinte circulando a pie o en camionetas, armados todos con palos, cubiertos con capuchas o pañuelos, patrullan las calles de la capital. A su paso, los comerciantes cierran las puertas de sus negocios, los conductores paralizan la marcha de sus vehículos, los peatones miran para otro lado. No parecen ir a ningún lugar concreto. Simplemente, dan vueltas por aquí y por allá, reproduciendo los movimientos brownianos de las moscas. “¡Miedo, miedo, miedo!” coreaban los manifestantes en un video. La consigna es clara y se cumple a rajatabla. Octubre de 2019 se repite.
Mientras tanto, Leonidas Iza publica un mensaje extemporáneo que nadie toma en serio: “No podemos deslegitimar nuestras luchas -dice-, no podemos confundir con el vandalismo”. Su pedido de dar “paso libre para todos los trabajadores de la salud, ambulancias, enfermos”, es una tácita aceptación de que, hasta este momento, los mantenían bloqueados. Y, de cualquier manera, nadie le hace caso. “No dejemos una imagen como pretenden posicionar”, declara cínicamente: “A eliminar cualquier vicio que pretendan confundir con violencia”. ¿Quién podría confundir un piquete de garroteros con violencia?