Vargas declara la guerra
■ Noche de terror en Puyo: saqueos, secuestros, desapariciones, fuego y sangre. El ministro del Interior, Patricio Carrillo, tiene claro quién es el responsable: “el dirigente local Marlon Vargas -dice-, que enardeció con su posición absolutamente radical a estas comunidades”. De eso no hay duda: Vargas es un talibán vocacional con ínfulas napoleónicas que gusta de rodearse de guardias pretorianas y hablar de sí mismo en tercera persona. “Vargas es pueblo. Aquí nadie nos va a amedrentar ni con cárceles”, responde en un video. En medio de una intimidante escuadra de guerreros erizada de lanzas de chonta, confirma las certezas del ministro y le declara la guerra: “Si hay que morir, hay que morir luchando”. A su lado, monta guardia su fiel Lavrenti Pávlovich Beria con tawasap de plumas: Severino Sharupi. Ambos estaban siendo investigados (en uno de esos casos en los que la Fiscalía no movió jamás un dedo) por conformar una fuerza de guardias armados que ellos llaman comunitaria pero podría clasificarse también como paramilitar sin ningún problema. Y adivinen qué. Exac- to: la amnistía les cayó del cielo. Después de las declaraciones del mi- nistro, se supone que a Vargas lo busca la Policía. Pero esa misma tar- de, helo ahí: en la capital de la república, parado junto a Leonidas Iza en la rueda de prensa de las organizaciones. Hasta le pasaron el micrófono y todo. Dijo: “Hay personas infiltradas del Ejército y de la Policía Nacional para hacer quedar mal la lucha histórica”. A su lado, impertérri- to, Severino Sharupi.