Señor presidente, escuche...
Empezó con el indulto maquiavélico que la Asamblea dio a los salvajes que mantuvieron a la capital en caos, atropellos, robos, saqueos e incendio de la Contraloría, destrozando todos los archivos comprometedores, violando a una agente policial, ofensas a la cúpula militar, abofeteando a altos jefes de Policía, capitaneados por dos dirigentes indígenas, mientras que el presidente, el ministro de Defensa y la ministra de Gobierno huyeron a Guayaquil, para culminar vencidos. Posteriormente por el exceso de presos en las cárceles, según un dizque experto en seguridad la solución era liberar miles de sentenciados. Delincuentes a casita con medidas cautelares alternativas, ocupando a cientos de policías.
Señor presidente, anule la Asamblea o lo sacarán. Basta de gastar millones en más policías y armas si no las pueden usar, pues las leyes de Montecristi son totalmente favorables a los delincuentes. El nuevo ministro alucina: que en 10 días han bajado los índices delincuenciales. A diario matan gente, más de 100 personas al mes, miles de heridos y las bandas organizadas siguen apoderadas de las cárceles, con armas bajo el piso y en las paredes; gobiernan en las cárceles y dirigen sus actos delictivos desde el interior. A un director le decomisan elementos prohibidos y sigue en su cargo. Vea al presidente de El Salvador: tiene frenadas las bandas. No negocie con delincuentes; el presidente de Perú, novato, está aplicando buenas leyes represivas. Construya más cárceles y no contamine las vecinas. No se rodee de correístas, acabe con la corrupción de fiscales jueces, abogadillos que apadrinan delincuentes y se enriquecen.
Antonio Abad Cornejo