Quisiéramos conocer físicamente a Jesús...
Efectivamente, usted ve una hostia. Un círculo redondo y blanco. Pero no es cualquier círculo. Allí se encuentra, verdaderamente, Jesús. Cuántas veces hemos dicho, que quisiéramos conocer físicamente a Jesús… Su rostro, su cabello, escuchar su voz, verlo sonreído, caminando, comiendo... Pero es poco probable que esto suceda, hasta que no hayamos subido al Cielo, y habitemos en su Casa, eternamente. Sin embargo, podemos verlo; tenerlo dentro de nosotros al comulgar; dialogar con Él. Al ver la Hostia Santa, lo estamos viendo a Él, que dijo que ese pan era su cuerpo, y lógicamente, para comerlo, no podíamos consumir al Jesús de 1,80 m de estatura. Por eso, Él pensó en algo sencillo, fácil de digerir, y que pudiera estar algunos minutos dentro de nosotros, hasta que la digestión cumpla su proceso. Hay vida…, experimente usted. Comúlguelo; quédese después de la Misa unos minutos y háblele, cuéntele lo que usted quiera, y si ya tiene que irse, y quiere sentirlo nuevamente, puede comerlo todos los días que usted desee. Solo falta que su alma esté limpia, nada más. Recuerde siempre que allí…, hay Vida.