Violencia: claves del negocio de las armas
Con menos del 5 % de la población global, Estados Unidos posee el 46 % de las armas de fuego existentes en el mundo. La abundancia de pistolas, rifles y demás unidades en circulación, que retroalimenta un gran mercado y la acción de poderosos grupos de presión política, está detrás de lo que la Casa Blanca califica de ‘epidemia’: la de la violencia armada, en ascenso en 2020 y 2021.
Se trata de una sangría cotidiana. Sucesos como la matanza racista de Búfalo y la del colegio de Uvalde son solo la punta del iceberg de un fenómeno estructural cuya existencia alimenta también la polarización política. La Segunda Enmienda consagra el derecho inalienable a portar armas y es una de las 10 enmiendas a la Constitución que forman la Declaración de Derechos, ratificada en 1791. Veintisiete palabras, en su formulación en inglés, que nadie ha podido matizar o corregir más de dos siglos después: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. Una hipotética reforma constitucional es un melón que nadie quiere abrir, menos aún los republicanos. “No debemos reaccionar al mal abandonando nuestra Constitución o violando los derechos de nuestros ciudadanos respetuosos de la ley”, dijo tras la matanza de Uvalde el senador Ted Cruz, que sostiene, como sus correligionarios, que la epidemia de violencia se debe a la acción de personas desequilibradas, obviando la ubicuidad y facilidad de acceso a las armas.
Las ventas de armas aumentaron a un ritmo récord en 2020, un año marcado por la incertidumbre de la pandemia y las grandes protestas contra la violencia policial, cuando se cobraron casi 20.000 vidas sin contar los suicidios, según el centro Pew Research. Solo en 2020 se compraron casi 23 millones de armas, calcula Small Arms Analytics, una consultora de Carolina del Sur.
El fácil acceso -se venden en grandes almacenes y por internet-es para los expertos la principal explicación del incremento de la violencia, además de la legislación permisiva de algunos estados. A las armas de curso legal, fichadas, se suman las llamadas fantasmas, ensambladas a partir de piezas sueltas sin número de serie, a veces impresas en 3D y muy difíciles de rastrear. La comprobación de antecedentes del comprador difiere según los estados, yendo de muy laxa a estricta, y en no pocos casos el tirador logra sortear su historial, como el de Búfalo, que había sido sometido a evaluación psiquiátrica un año antes y proferido amenazas públicamente.
23 MILLONES
de armas se compraron en 2020, según Small Arms Analytics, una consultora de Carolina del Sur.