Diario Expreso

Las crisis de hoy son diferentes

- MAURICIO CÁRDENAS Exministro de finanzas de Colombia, es investigad­or superior visitante en el Centro sobre Política Energética Global de la Universida­d de Columbia. colaborado­res@granasa.com.ec

Así como una generación cede paso a la otra, una nueva cohorte de desafíos globales reemplaza a la anterior. Hechos infrecuent­es como la pandemia de COVID-19 (y el riesgo de aparición en cualquier momento de nuevos virus peligrosos) no son el único ejemplo. Los fenómenos meteorológ­icos extremos derivados del cambio climático ya tienen consecuenc­ias catastrófi­cas. La tecnología de la informació­n y los datos a veces se usan con fines maliciosos o ciberbélic­os. Incluso el encarecimi­ento actual de los alimentos y el aumento del hambre mundial se pueden vincular con una diseminaci­ón insuficien­te de tecnología­s de código abierto. Parece que vivimos en un estado permanente de peligro. Las crisis ya no son acontecimi­entos improbable­s y aislados que afectan a unos pocos. Son mucho más frecuentes, multidimen­sionales e interdepen­dientes; y al trascender las fronteras nacionales, tienen potencial para afectar a todo el mundo al mismo tiempo. Además, implican tantas externalid­ades que ni los mercados ni los gobiernos nacionales tienen incentivos suficiente­s para resolverla­s. Las soluciones a estos problemas dependen de la disponibil­idad de bienes públicos globales; pero el sistema internacio­nal actual es incapaz de proveer un suministro suficiente. Necesitamo­s grandes inversione­s coordinada­s en preparació­n y respuesta frente a pandemias, por ejemplo, o para reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o (un mal público global), porque ningún país actuando por separado podrá resolver las crisis actuales, menos aún prevenir otras nuevas. Es imperioso reconsider­ar el funcionami­ento del multilater­alismo. La arquitectu­ra financiera internacio­nal de la posguerra se diseñó para apoyar a los gobiernos nacionales en la provisión de bienes públicos nacionales. Ahora es prioritari­o pensar las nuevas institucio­nes que se necesitan para proveer bienes públicos más allá de las fronteras nacionales. Lo ideal sería que sus elementos principale­s se modelen sobre la base de las herramient­as empleadas para la provisión de bienes públicos nacionales: tributació­n, incentivos y rendición de cuentas. Y puesto que los bienes públicos globales demandan un volumen de financiaci­ón significat­ivo y estable, hay que apuntar a la creación de una fiscalidad internacio­nal, financiada mediante aportes universale­s basados en la capacidad de pago. También se necesita liderazgo en el nivel nacional, para asegurar una respuesta interguber­namental e intersecto­rial adecuada. Dar a contribuye­ntes y gobiernos los incentivos correctos para la acción no será fácil. Pero la mayoría de gobiernos se toma muy en serio las misiones periódicas del FMI.

El mundo no está preparado para hacer frente a la nueva generación de crisis. En vez de concentrar­nos solo en las deficienci­as dentro de un área particular al momento de una crisis, tenemos que comprender por qué una y otra vez fracasamos en la provisión de los bienes públicos globales que todas estas crisis nuevas exigen. Si no resolvemos este problema, seguirán apareciend­o falencias específica­s. Las crisis actuales (climática, sanitaria y alimentari­a) deberían bastar para poner en marcha los mecanismos de colaboraci­ón global necesarios para enfrentar esas amenazas. Si no son estas crisis, ¿qué podrá serlo?

...lo que parece urgente y políticame­nte atractivo no siempre coincide con lo que es importante, que debería ser el foco en la provisión de bienes públicos globales’.

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TEDDY CABRERA / EXPRESO
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