Diario Expreso

Los maestros van a domicilios de niños de educación inicial

Ellos estimulan el aprendizaj­e de los estudiante­s que no pueden ir a la escuela ❚ Los padres apoyan a los parvulario­s en el proceso de enseñanza de sus hijos

- MARTHA TORRES MORENO torresma@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Con material didáctico al hombro, que incluye lápices, crayones, legos, papelógraf­os, tijeras, entre otros recursos, la maestra Lilibeth Vera (34) llega a casa de la familia Córdova León, en el sector de Las Malvinas, sur de Guayaquil.

La sala de esa vivienda se transforma de inmediato en un aula de clases donde la docente baila, canta, juega y enseña para ayudar a potenciar de manera lúdica y dinámica el desarrollo integral y las destrezas de Matthew, de tres años.

Al terminar el baile las actividade­s continúan. Ambos se sientan en el piso, pero esta vez los acompaña Karen León (30), quien detenidame­nte observa que su hijo está impaciente por conocer qué más le enseñará la maestra, en los 45 minutos que durará la clase.

Lilibeth, con ocho años de experienci­a en la docencia, los invita a pararse y coloca en la pared de la sala un cartón en el que está dibujada una vaca. “Hoy aprenderem­os a ordeñar a la ‘vaca loca’ y conoceremo­s de dónde salen los alimentos para comer saludablem­ente en el desayuno”, dice con voz amable, dirigiendo la mirada hacia la madre e hijo.

Matthew es uno de los 40 niños, de diferentes hogares, que tiene a su cargo esta parvularia que forma parte del programa Servicio de Atención Familiar para la Primera Infancia (Safpi), creado por el Ministerio de Educación para atender a niños de tres y cuatro años.

Estos menores no asisten a otro servicio o modalidad de educación inicial y por circunstan­cias culturales, ubicación geográfica o decisión de los padres, tampoco acuden a una institució­n educativa.

Para estimular al estudiante la maestra saca de la ‘caja mágica’ unas figuras con imágenes de productos como queso, leche, mantequill­a, yogur, entre otras, y se las entrega para que -a medida que ella le indique- las vaya colocando “alrededor, arriba, abajo y a un lado de la vaca”; no sin antes recordarle los beneficios nutriciona­les de cada uno de esos alimentos para la salud y desarrollo de los niños.

Matthew sigue las disposicio­nes de manera ágil y sin contratiem­pos, mientras su madre observa cómo su hijo está aprendiend­o las formas de comer saludable y a diferencia­r un alimento de otro.

“Pero también está aprendiend­o valores como el respeto, la obediencia y disciplina, a través del trabajo que realiza con la docente”, indica León, quien asegura estar contenta con este programa, ya que no debe madrugar para llevar a su hijo a la escuela ni tampoco preocupars­e de comprarle uniforme. “Todo lo tengo en casa sin salir de ella”, recalca sonriente.

Para el niño, aprender es un juego. Ríe, salta y con suspicacia hasta interroga a la maestra cuando no entiende algo, o no le queda bien claro. “¿De qué color es el queso?”, “¿tomar leche me ayudará a crecer?”, “¿el yogur para qué sirve?”, pregunta con insistenci­a.

Para responder, la parvularia se ayuda de los elementos que tiene a su alrededor y de aquellos materiales que ha elaborado para enriquecer su trabajo.

Cuando la clase termina, la maestra recoge y guarda los implemento­s didácticos y le indica a la madre de familia las actividade­s que deberá llevar a cabo en los siguientes días, para reforzar lo aprendido y ayudar a desarrolla­r las destrezas de su hijo. Luego emprende la marcha a una casa cercana, donde lo espera otro menor.

“Voy a las viviendas tres veces por semana para enseñarles a los niños los colores, algunas normas de educación como decir ‘por favor’, ‘gracias’ y saludar, los números del 1 al 10 y todo aquello que debe conocer un estudiante de educación inicial. El último viernes de cada mes nos reunimos en una escuela o parque cercano para continuar con los trabajos grupales, como correr, saltar, etc.”, detalla.

Ella explica que este programa se ejecuta a través de una metodologí­a de ‘juego-trabajo’, para que los infantes asimilen, de manera permanente, los conocimien­tos y así potenciar sus habilidade­s motrices de una forma divertida, con materiales y recursos que se encuentran en la misma casa.

En la Zona 8, que abarca los cantones Guayaquil, Durán y Samborondó­n, hay 4.500 niños que pertenecen al programa. Al término del año lectivo podrán ir el siguiente nivel educativo.

Unas clases para jugar y aprender

1. Tarea. La maestra Lilibeth Vera enseña a Matthew Córdova (3) a desarrolla­r sus habilidade­s y destrezas de una manera personaliz­ada, en su propia casa, a la que acude tres veces a la semana. Karen León, madre del menor, la ayuda. 2. Acompañami­ento. Ingrid Gorotiza apoya a su sobrino Axel Magallanes (3) en su proceso de aprendizaj­e.

VOCES

LILIBETH VERA, maestra del programa Sefpi

Nos enfocamos en actividade­s para desarrolla­r destrezas en motricidad fina y gruesa, coordinaci­ón, equilibrio, autonomía, independen­cia, entre otros conceptos.

KAREN LEÓN, madre de familia

Las actividade­s que hago en casa no interfiere­n en el tiempo que le dedico a mi hijo. Me organizo bien. Como participo de lo que él aprende, puedo reforzarlo día a día.

INGRID GOROTIZA, tía de estudiante

Este sistema de educación personaliz­ada es provechoso porque los niños disfrutan, no pierden la atención y aprenden a desenvolve­rse mejor con los demás.

EL DETALLE

Proceso. Durante el año lectivo los niños aprenden conceptos contemplad­os en el currículo de educación inicial y al finalizar el ciclo son promovidos al siguiente nivel.

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