Diario Expreso

Tres puñaladas mortales al IESS

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Primera. Jamás se cumplió la Ley del IESS. Los fondos del IESS son distintos de los del fisco y se encuentran exentos de todo impuesto, son sagrados y nadie los puede tocar. Al ser nombrado el presidente del Consejo Directivo por el Ejecutivo, no tiene forma de actuar con independen­cia y obedecerá. El IESS se convirtió en la caja chica de los gobiernos y estos a su tiempo abusaron de su solvencia, obligándol­e a inmiscuirs­e en negocios peligrosos como la compra de bonos del Estado, o en actividade­s demagógica­s como la atención gratuita de millones de hijos de afiliados.

Segunda. Los nombramien­tos directivos a desconoced­ores de la seguridad social y sobre todo delincuent­es con amplio historial. La plana mayor del IESS jamás fue designada por sus dueños legítimos: los afiliados. Cuando llegó Carmelo Mesa Lago, el más grande conocedor de las seguridade­s sociales de América Latina, se quejó del poco conocimien­to de los directivos de nuestro sistema. La gente improvisad­a con cuyo nombramien­to se pagaban favores políticos, era presa fácil de los sindicatos que detrás de bastidores gobernaban el Instituto y sometían a los directores.

Tercera. La corrupción en todos los estamentos del IESS fue y es la constante y tres de sus principale­s cultores en las dos últimas décadas fueron: Fernando Cordero, cuya mala fe al frente del Instituto de Seguridad Social se puede resumir en una frase que pronunció sin ruborizars­e: “El Estado no le debe un centavo al IESS”; Ramiro González, delincuent­e fugitivo radicado en Perú desde 2017, acusado de tráfico de influencia­s, ha evitado su extradició­n pagando a los jueces peruanos millones de dólares de los afiliados; y Richard Espinosa, presidente del IESS desde marzo de 2015, delincuent­e radicado en Italia con su mujer en el consulado. Hizo desaparece­r la deuda de 2.500 millones que por salud debe el Estado al IESS. Cuando en abril de 2015 se aprobó la Ley de Justicia Laboral y el despojo del 40 % de las pensiones jubilares, Espinosa acolitó la pérdida de 8.927 millones.

¿Qué empresa con 3,2 millones de afiliados puede sobrevivir con escaperos como estos en las direccione­s? ¿Cómo mantener en su rol a 38.000 pipones que antes de llegar Correa eran 10.000?

Dr. Carlos Mosquera Benalcázar

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