EL HOSPITAL DE LAS 1.000 CAMAS
Con la intención de abordar de manera más seria el problema, en 2015 se creó en Kabul el mayor centro de desintoxicación del país. Ocupa el lugar de una antigua base militar de Estados Unidos. Hoy recibe el nombre de Hospital de las 1.000 camas o Ibn Sina (conocido también como Avicena, 980-1037), en honor a ese médico, sabio y filósofo persa. Al frente de esta institución se halla desde hace unos meses un talibán que reconoce abiertamente que no traía ninguna experiencia en el mundo de combatir las adicciones. “Bajé de las montañas”, relata Haj Mawlawi Abdul Nasir Munqad, de 45 años, para ilustrar que en su vida anterior era un muyahidín que combatía a las tropas extranjeras y al anterior Gobierno. En su currículo aparecen seis meses de 2008 encarcelado en el penal estadounidense de Guantánamo, en la isla de Cuba, y tres años en la base de Bagram, una prisión que las tropas de EE. UU. abrieron al norte de Kabul. Para acceder al despacho de Abdul Nasir Munqad hay que flanquear la seguridad de un par de hombres armados con kaláshnikov, la herramienta predilecta de los integrantes de esta guerrilla fundamentalista. El director del centro, con una capacidad de un millar de pacientes, lamenta la falta de medicamentos, camas, almohadas o ropa por el bloqueo económico que sufre el país ante la falta de reconocimiento del Emirato
en la esfera internacional. Su objetivo es que esos mismos internos, porque el centro tiene un aire carcelario, desempeñen labores de mantenimiento como carpinteros o elaboren sus propias ropas.