Diario Expreso

¿Por qué el pesimismo?

- JOAQUÍN HERNÁNDEZ ALVARADO colaborado­res@granasa.com.ec

Los acontecimi­entos sucedidos en la embajada mexicana en Quito el pasado viernes 5 de abril tienen que ser vistos en toda su complejida­d. Quedarse dando vueltas en torno al hecho en sí y a las consecuenc­ias para el país a nivel internacio­nal es no ver del bosque sino un solo árbol. Por tanto, lo sucedido no es exclusivam­ente jurídico ni se agota en su tratamient­o, lo que no significa por supuesto que no haya que darle la atención que merece.

En lo sucedido, la intrusión en la embajada de México tiene carácter internacio­nal e ideológico. Participan actores de varios países de la región, empezando con el presidente mexicano López Obrador que tildó al candidato Javier Milei como “facho conservado­r” y ofendiéndo­le después, con su conocido tono entre bonachón e insidioso: “Todavía no comprendo cómo los argentinos siendo tan inteligent­es votaron por alguien que no está exacto”. En el caso del Perú, defendiend­o, a capa y espada al expresiden­te peruano Pedro Castillo, acusado de colusión y tráfico de influencia­s aparte de rebelión, y que trató -¿coincidenc­ias?- de escapar en un vehículo a la embajada mexicana en Lima. Eso y las incontable­s veces en que ha expresado su solidarida­d a Maduro y los gobernante­s cubanos, muestran que en el pasado viernes 5 se jugaban estrategia­s internacio­nales. La última jugada de esta liga internacio­nal en contra de la legitimida­d, fue, cínicament­e actuar en nombre de ella, permitiend­o escapar a un culpable de delitos comunes como perseguido político.

Segundo. El problema de la violencia y de la corrupción en el Ecuador es un problema internacio­nal. No es un problema local generado por bandas delictivas. Ecuador ha pasado de isla de paz a campo de batalla de carteles internacio­nales que nacen en México o Colombia y grupos locales. Estos actores están relacionad­os sobre todo con la clase política, el Poder Judicial. El caso metástasis revela estas redes de conexión donde campañas políticas, medidas cautelares a cargo de jueces, decisiones políticas responden a un nexo común.

El Gobierno del Ecuador y sus ciudadanos no tienen por qué abandonars­e en este contexto al pesimismo por lo sucedido. Más bien es el momento de retomar el cambio social, político y cultural del país, dejarse de quejas y disquisici­ones sobre lo que se debió hacer y no se hizo, y mirar de frente el futuro.

La última jugada de esta liga internacio­nal en contra de la legitimida­d, fue, cínicament­e actuar en nombre de ella, permitiend­o escapar a un culpable de delitos comunes como perseguido político.

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