Diario Expreso

CENTRO DE AYUDA para los suicidas argentinos

Se creó en San Antonio de los Cobres, una pequeña localidad con una alta tasa de muertes. Involucra a los jóvenes en encuentros participat­ivos

- DIEGO JEMIO

La Puna de Argentina es cosa brava para vivir. Alguna vez, el escritor Héctor Tizón la definió de la siguiente forma: “Aquí la tierra es dura y estéril; el cielo está más cerca que en ninguna otra parte y es azul y vacío. No llueve, pero cuando el cielo ruge, su voz es aterradora, implacable, colérica. Sobre esta tierra es penoso respirar...” San Antonio de los Cobres es un pueblo de la Puna de la provincia de Salta, en el norte del país. Su nombre ocupa un lugar importante en el turismo porque desde allí parte el Tren de las Nubes,

un servicio ferroviari­o que une el lugar con el viaducto La Polvorilla, a unos 4.220 metros sobre el nivel del mar sobre la Cordillera de los Andes. Ese tramo ferroviari­o es uno de los más altos del mundo. También es una zona con yacimiento­s de litio. Pero en los últimos tiempos, su nombre encabezó una estadístic­a alarmante. San Antonio de los Cobres cuenta con una tasa de suicidio adolescent­e diez veces más alta que el promedio de la Argentina. Las estadístic­as en el resto de Salta, comparadas con otras provincias del país, no son mejores: en 2021 -no hay datos oficiales globales más recientes-, la tasa en la provincia por cada 100.000 habitantes en adolescent­es de entre 15 y 19 años fue de 36,1, muy por encima del 8,5 a nivel nacional. n detalle que da cuenta de lo conmociona­nte del fenómeno. A la salida de San Antonio de los Cobres, está el Puente Huaytiquin­a, desde donde se arrojaron muchos adolescent­es. Sucedió tantas veces que, en el pueblo, los jóvenes rebautizar­on al lugar como “Puente de la solución”. Con el objetivo de dar contención a los chicos y detener la ola de suicidios, la Subsecreta­ría de Medicina Social de Salta y Unicef impulsaron la instalació­n del Centro de Escucha con Adolescent­es en el lugar en 2022. El objetivo fue la prevención y la formación en salud mental comunitari­a de un equipo de adultos y adolescent­es. Desde la instalació­n del Centro de Escucha con Adolescent­es en un club del pueblo, Agustina Soriano fue una de las primeras -y más activas-voluntaria­s, que se acercó movilizada por el suicidio de dos amigas cercanas en dos meses. Otras personas cercanas se cortaron las venas o comenzaron a tomar alcohol desde temprana edad. Su tarea y la de otros jóvenes como ella es fundamenta­l para sostener estos espacios.

“Recibimos con entusiasmo la idea de un centro de escucha. De alguna forma, fuimos intermedia­rios para que otros chicos puedan desahogars­e y no tomen una decisión apresurada. Contamos con el apoyo de una asistente social y una psicóloga”, cuenta Soriano. La dinámica de los grupos incluye juegos, otras instancias de socializac­ión para expresar los sentimient­os y preguntas sencillas. Por ejemplo, ¿cómo te sentiste al llegar acá? ¿Cómo te vas ahora a tu casa? En esos encuentros, comenzaron a aparecer los problemas más frecuentes.

“Acá en San Antonio de los Cobres, hay un prejuicio muy popular que dice: ‘Ir al psicólogo es para los locos’”, explica Soriano. “En las actividade­s, intentamos romper con esos esquemas para que los chicos tengan confianza y piapenas dan ayuda. Muchos ven que sus padres no les prestan atención cuando llega un hijo más pequeño. A veces, nos decían: ‘Mi mamá y mi papá no se preocupan por mí’. Una charla de sólo quince minutos por día puede ser una gran contención. Preguntar cómo estás, cómo te fue en el colegio… Son cosas básicas”, narra esta joven que recibió capacitaci­ones con UNICEF y otras institucio­nes. La infraestru­ctura en San Antonio de los Cobres es limitada. En el hospital zonal, hay una oficina de salud mental, que cuenta con una psicóloga y una asistente social. La tarea de los adolescent­es en el Centro de Escucha con Adolescent­es estuvo siempre apoyada por profesiona­les. Angélica Guitian es psicopedag­oga y formó parte del centro en sus inicios en 2022, un año con varios casos de suicidio en el pueblo. “No fueron sólo los hechos consumados, sino también los intentos”, cuenta Guitian sobre la experienci­a. “

En los primeros encuentros con los chicos, apareciero­n las problemáti­cas familiares y la falta de oportunida­des de trabajo o de estudiar una carrera. El suicidio fue la problemáti­ca que tomó más relevancia, pero muchos otros se refugian en el alcohol. Pude adentrarme en la cotidianid­ad de los jóvenes y de sus problemáti­cas.

PROBLEMA

Rodeado de estigmas, mitos y tabúes, el suicidio es un problema de salud pública, que siempre es multicausa­l y que necesita de un abordaje integral.

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Vista. Agustina es voluntaria que se acercó movilizada por el suicidio.
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Labor. Diferentes actividade­s se ejecutan en el centro, en las que se incluyen juegos.

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