La Asamblea halló un culpable
Fernando Santos Alvite, ministro de Energía de Guillermo Lasso, será el chivo expiatorio de la crisis energética ❚ Esta semana, su juicio político continúa
Primera jornada del juicio político a Fernando Santos Alvite, el ministro de Energía de Guillermo Lasso que administró la crisis eléctrica del año 23, preámbulo de la actual. Durante las dos horas previstas en el procedimiento, los asambleístas interpelantes (Nicole Saca, de la bancada oficialista, y Adrián Castro, del movimiento Avanza) presentaron las pruebas de cargo. Al exministro le bastó con la mitad de las tres horas que le correspondían para sustentar su defensa. Corrió con una inestimable ventaja: de las tres personas que tomaron la palabra en este arranque del juicio, Santos Alvite es el que mejor conoce el sector eléctrico. Probablemente el único.
El hecho de que los interpelantes renunciaran a la réplica da cuenta de sus limitaciones. ¿No tenían nada que objetar? En todo caso, nada afectará el predecible resultado del juicio. Tampoco lo hará el debate, que quedó para la próxima semana. La Asamblea busca al chivo expiatorio de la crisis energética y lo ha ido a buscar en el gobierno de Lasso, que para eso está. Aunque no parezca más inocente ni más culpable que casi cualquier otro ministro de Energía de los últimos diez años, el hombre que dispuso los primeros apagones resulta ideal para cargar las culpas.
Lo que se anticipaba como un procedimiento de rutina y sin interés político (el juicio a un ministro del gobierno anterior), se convirtió en un caso de gran actualidad debido al recrudecimiento de la crisis eléctrica de las últimas semanas. Las acusaciones: no haber ejecutado el Plan Maestro de Electricidad, que preveía la construcción de once centrales eléctricas que, a fecha de hoy, deberían estar operativas; incumplir con las recomendaciones de una gran cantidad de oficios e informes que anunciaban la inminencia de un período de sequía y la consecuente paralización de las hidroeléctricas; mantener en el abandono a las centrales térmicas, sin mantenimiento, sin repotenciación en el caso de la Central Esmeraldas, sin comprar el gas que se necesitaba para ponerla en marcha en el caso de Termogas Machala… Una combinación mortal de ineficacia y negligencia que lo convierten a él, Fernando Santos Alvite, en el responsable de la crisis energética que afronta hoy el país.
Santos se lavó las manos: dijo que al ministro de Energía nomás le corresponde la formulación de políticas públicas, no su aplicación. Esta recae sobre las empresas, entes autónomos encargados de mantener y administrar las centrales. En un alegato sereno, abierto a la informalidad y bordado de notas humorísticas, se burló sangrientamente del Plan Maestro de Electricidad, diciendo que le recuerdan a los planes quinquenales de la fracasada Unión Soviética: “planes hechos por una burocracia sin relación con la realidad”. Y cambió el debate de terreno: el problema, dijo, es el monopolio estatal, pues la urgencia de crear nuevas fuentes de producción de energía eléctrica para satisfacer una demanda creciente es quimérica (subrayó esa palabra) cuando el Estado arrastra un déficit crónico de 10 mil millones.
Pasó revista a esta realidad central por central: en Termoesmeraldas estalló una turbina que “los rateros” de Seguros Sucre (así dijo) se negaron a cubrir; Alluriquín (segunda parte de Toachi Pilatón) ha estado paralizado por 12 años, está mal hecha y hay juicios abiertos con sus constructores chinos y rusos; en Termo Machala el correísmo botó 400 millones en plataformas para explotar gas en el golfo de Guayaquil que nunca funcionaron y compraron unas turbinas que llevan años oxidándose porque su funcionamiento requiere de una inversión en instalaciones de 200 millones, que el Estado no tiene; Cardenillo, llamada a ser una continuación del sistema Paute, es un absurdo de planificación; Santiago, la más grande, es ambientalmente inaceptable; Coca Codo Sinclair exige una inversión de 1.200 millones sólo para repararla y protegerla del desastre ambiental causado… Empezó a repartir culpas el ministro (dijo, por ejemplo, que el gobierno actual ha hecho las cosas aún peor que el anterior) y el correísmo llevó la peor parte.
Falta el debate. Conociendo a las firmas, será una cadena de alegatos retóricos que sólo eventual y parcialmente se referirán a los descargos del exministro. Es casi seguro que Santos será censurado.
EL DETALLE
Juicio. Una vez terminada la exposición de alegatos, el presidente Henry Kronfle abrió el debate y suspendió la sesión, la misma que se retomará la próxima semana.