Los chagras son eternos celadores de los páramos
Para ellos es mucho más que una etiqueta, un estilo de vida y de respeto ❚ Es una manifestación de la identidad cultural
En la comunidad de Cuchitingue, perteneciente a la parroquia Aláquez, al nororiente de Latacunga, cerca de las faldas del volcán Cotopaxi, se mantienen tradiciones chacareras que se niegan a morir y pasan de generación en generación. A los niños les enseñan desde tempranas edades a cómo, con una beta (látigo), pueden enlazar a un toro.
En una plaza de toros improvisada que fue construida con barreras de casi dos metros de alto, por metro y medio de largo, y sostenidos con pingos y alambres, buscan dar protección a los espectadores que llegaron desde diferentes partes de la Sierra para participar en el concurso de lazo.
En Cuchitingue se viven las fiestas del Señor de la Misericordia, el patrono de los chagras de esta zona de Cotopaxi. Previo al concurso de lazo los organizadores del evento realizan una misa en honor a su patrono, los integrantes del grupo Tradiciones chacareras hicieron una procesión el pasado 4 de mayo.
Los chagras, descendientes de ancestros dedicados al trabajo en el campo y al cuidado del ecosistema andino, son los guardianes de una cultura arraigada en la laboriosa vida rural.
Para Juan Carlos Cando, integrante del grupo Tradiciones chacareras, el ser chagra significa más que una simple identidad, es un compromiso con la tierra, los animales y las tradiciones que han marcado su existencia desde tiempos inmemoriales.
Desde temprana edad, los jóvenes chagras son instruidos en las artes del campo: labrar la tierra, criar ganado y domar caballos. Estas habilidades, transmitidas de padres a hijos, constituyen el núcleo de la identidad chagra y aseguran la continuidad de una forma de vida ligada estrechamente a la naturaleza.
En El Pedregal, perteneciente a Machachi, en la provincia de Pichincha, vive Jorge Morales, de 52 años, él ha sido chagra toda su vida, es hijo de un venerado chagra, relata con orgullo su conexión con la tierra y las costumbres de su pueblo. Para Jorge, ser chagra es mucho más que una etiqueta, es un estilo de vida impregnado de respeto por el entorno natural y de amor por las tradiciones que definen su comunidad.
Los dos chagras coinciden en que el concurso de lazo es más que un evento, es una manifestación de la identidad chagra y una oportunidad para celebrar las habilidades y destrezas propias de su gente.
El concurso de lazo, una de las muchas festividades que marcan el calendario chagra, es un testimonio vivo de la rica herencia cultural de esta comunidad. Durante estos días, los chagras se reúnen para demostrar sus habilidades en el manejo del lazo y en la monta de caballos, en un espectáculo que atrae a participantes y espectadores de todas partes del país.
Los chagras demuestran sus habilidades de arrear el ganado bravo, el que se cría en los páramos, a los corrales para que sean contados, vacunados, desparasitados. Desde niños les enseñan a sus hijos a utilizar las betas de cuero para enlazar al ganado.