¡Una cascada y un paraíso escondido!
La zona se encuentra rodeada de vegetación natural. En el camino que conduce a ella existen cultivos realizados por los nativos del lugar.
El autobús con el letrero ‘Mojandita’ que se toma en la terminal terrestre de Otavalo, provincia de Imbabura, deja a los visitantes en el sendero natural que conduce a la cascada de Taxopamba.
Son 25 minutos de caminata en los que no se tiene contacto con otra cosa que no sea naturaleza y el sonido de las vertientes de agua.
Al llegar, la caída del agua de aproximadamente 25 metros obliga a cualquiera a detenerse y a admirarla.
Según Nancy Chiriboga, gestora cultural e investigadora, todas las cascadas tienen un ente femenino, un guardián, que custodia el lugar.
“Las comunidades en Imbabura hacen rituales en las vertientes de agua. Quieren recuperar a los abuelos”, sostiene.
Por ejemplo, en esta zona, en la época de invierno se celebra la Tumarina, donde los pobladores de las comunidades aledañas a las cascadas recogen flores y las dejan sobre las aguas. Así, estos sitios energéticos dentro de la cosmovisión andina quedan impregnados del aroma. “Es un ritual de homenaje a lo femenino”, dijo Chiriboga.
Según Luis Chicaiza, morador de Mojandita de Curuví, los senderos que ahora son usados por los turistas antes eran los caminos que conducían a las grandes haciendas que existían en el sitio.
“Para rodear el ganado había que pasar siempre por la cascada”, narró el morador.
ES UN ESPACIO LIBRE
La entrada y salida a la cascada es libre, por lo tanto no hay quien resguarde su buen uso.
“La Prefectura ha venido a arreglar los pasamanos y los senderos que al ser de madera se dañan enseguida”, dijo Chicaiza.
Esteban Espinoza llegó al lugar con su familia, desde Ibarra, llevaron comida para compartir y se quedaron un buen rato.
“A veces uno no sabe las maravillas que se encuentran cerca de lo urbano”, comentó.
Él se desprendió de la cotidianidad y buscó en internet un lugar donde le permita hacerlo. Sin embargo, cree que el recurso puede ser mejor aprovechado por los comuneros.
“Sería un excelente proyecto de turismo comunitario, incluso habría más control con la gente que bota basura en el sendero”, expresó.
Luis Chicaiza agregó que la visita de los turistas beneficia a quienes ofrecen hospedaje, pero no han pensado en hacer un negocio de todos.
La cascada está formada por dos saltos: el primero de 15 metros, en donde forma un vado pequeño (lugar de un río, arroyo o corriente de agua con fondo firme y poco profundo) de un metro; y el segundo salto es de 10 metros con un ancho de 1,50 y forma un segundo vado de 8 metros, donde se puede ingresar, aunque el agua es bastante fría.
Se encuentra a una altura de 2.846 metros sobre el nivel del mar y su temperatura promedio es 12 grados centígrados, mientras que el agua está a 9 grados.
Nancy Chiriboga recomendó entrar a estos sitios con absoluto respeto, incluso un pequeño permiso no estaría mal.