¡BREBAJES
Desde niño, Luis Alberto Chango tuvo el apego a la naturaleza. Junto a su abuelo Francisco hacían largas caminatas por el páramo y de él aprendió los nombres y propiedades de las plantas que solo se las encuentra en lo más alto de la montaña.
Esas enseñanzas le permitieron a Luis, de 48 años, tener ese amor por la medicina de los ancestros que luego perfeccionó de la mano de su madre.
Fue a los 14 años cuando Chango, descendiente del Pueblo Chibuleo, estuvo consciente de sus habilidades por curar con las especies nativas. La citada población se encuentra en la parroquia Juan Benigno Vela, a 30 minutos de Ambato, provincia de Tungurahua.
En la comunidad aún mantienen sus costumbres ancestrales, en especial la vestimenta, y quieren rescatar la medicina de antaño.
Chango dijo que hace más de 500 años, en la época de los incas, se curaban las dolencias con las aguas de las quebradas en la práctica de los baños y masticando las hierbas que se encontraban a las orillas de los ríos y lagunas.
Hace nueve años que emprendió en un negocio donde aprovecha las propiedades de las plantas del páramo.
Cada domingo acude hasta los cerros Carihuayrazo o el Kuntur Jaka para recoger la mayor cantidad de hierbas. El trayecto desde su vivienda en Chibuleo hasta las montañas es de dos horas y en la travesía pide sabiduría de la Pachamama. Al arrancar cada raíz, dice que primero pide permiso y perdón a la madre tierra y así ella pueda proveer mucho más.
Entre las hierbas que más recoge de las montañas están: guashca corales, chushlla agcha, cungunilla, colaguala, urcu valeriana, pensamiento sisa y otras con las que prepara los jarabes y las aguas medicinales.