Tertulia y misterio atraen en el sitio
quintales de harina que se producían, a decir del trabajador, al menos 600 al día.
Ahora el agua y la presencia de personas ajenas al lugar han hecho que el edificio de adobe, madera y algunas partes de cemento armado se vea cada vez más desgastado.
Las paredes lucen pintadas con grafitis alusivos a los fantasmas que muchos dicen escuchar por las noches o a las reivindicaciones de grupos sociales culturales.
“Cuentan que las máquinas sue-
Este colectivo realiza estos recorridos para revalorizar la historia de sitios que no son de uso común de los quiteños.
El proyecto nació en 2018, por iniciativa de un grupo de emprendedores del Turismo Histórico Cultural, el arte y las expresiones extravagantes.
El equipo tiene afinidad a las artes escénicas, a la música e intenta develar el
nan como si estuvieran funcionando, pero nosotros no hemos escuchado”, dice Efraín Chinchero.
Eduardo, en cambio, no habla de almas en pena, sino del misterio y el lado oculto de la capital.
Según Efraín Chinchero, sus rutas tienen el objetivo de implementar el Turismo Negro o también nombrado como: Tanatoturismo, como una nueva forma de conocer la ciudad de Quito y dar otra cara al extranjero en la urbe. Todo esto, sin caer en el show de las casas de fantasmas, con seriedad, manifiesta.
olvido del lugar, que en sus alrededores se ha convertido en hábitat de indigentes. “Ellos me saludan y yo también. La verdad es que hasta me han cuidado”, expresa.