Diario Extra

29/07/2019 - (I) -

- (AAM)

De inmediato, el joven se movilizó hasta el lugar y quedó devastado ante la escena. A unos diez metros del carro estaba el cuerpo de Luis Paúl Cataña, uno de sus colegas. Poco pudo hacer por él, apenas limpiarle la sangre que fluía de sus labios.

Hasta la madrugada del domingo, Anatolia Simba, madre de Paúl, buscó al cuarto de sus hijos en Píntag. La última vez que habló por teléfono con él fue a las 22:00 del sábado.

Había quedado en salir con unos amigos a beber unas copas y no llegó a casa.

Cada viernes, el chico –estudiante de ingeniería electrónic­a en Latacunga, Cotopaxi– retornaba al hogar paterno para compartir el fin de semana con la familia.

Lo primero que hacía era visitar el taller mecánico de Jorge, su padre, y ofrecerle apoyo en la conducción de la camioneta de servicio público, que es propiedad de la familia.

El progenitor hoy llora la ausencia de su muchacho. “Llegó contento para contarme que había pasado tercer semestre sin quedarse en nada”, recordó el señor, quien hasta el momento desconoce las circunstan­cias del fallecimie­nto.

Él cree que alguien pudo empujar a su hijo, sobre todo por el reguero de sangre que había hasta donde fue encontrado el cadáver.

Sin embargo, las investigac­iones de la Policía confirmará­n las causas del deceso y si se trató o no de una muerte violenta.

Miembros de Criminalís­tica llegaron hasta el lugar para recabar indicios del hecho. Los uniformado­s tomaron huellas en el vehículo y fotografia­ron la escena.

Minutos después, el cuerpo de Cataña fue embarcado en el vehículo de Medicina Legal que trasladarí­a su cuerpo a la morgue.

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