Diario Extra

¡Postrada y sin saber por qué!

- Guayaquil

Su larga cabellera, dulce sonrisa y mirada penetrante armonizaba­n en su imagen de mujer segura, quien no guardaba reparos en mostrar su esplendor y logros en redes sociales, porque también era una amante de los autorretra­tos, o selfis.

En sus fotos procuraba dejar registro de lo que considerab­a importante: sus premios, su embarazo, su hija... Hasta hace seis meses, la vida que ostentaba Kerly Anabel Caicedo Ibarra, de 27

años, era no

toriamente productiva.

A diario madrugaba para preparar biberones con leche y dejar lista la vestimenta que su bebé usaría. Por las tardes, regresaba a su vivienda no solo para retomar el cuidado de su hija, sino para preguntar a sus padres qué les hacía falta, porque ella contribuía económicam­ente en su hogar, era un pilar.

Es por eso que se esforzaba y buscaba ganar bonificaci­ones, para también conquistar un sueño: conseguir una casa propia con su familia y ya no tener que arrendar, pero cuando ese anhelo se empezaba a concretar con el dinero que ahorraban ella y sus parientes, una desgracia los desconcert­ó y truncó aquel deseo.

A las 23:30 del pasado 19 de febrero, Kerly presuntame­nte cayó de la moto que conducía su pareja, en la calle L, entre la 22 y la 23, en el suburbio de Guayaquil, a pocas cuadras de su domicilio. En el sitio, supuestame­nte, no hubo testigos ni alguien que en ese instante corroborar­a lo acontecido.

La víctima fue llevada a un hospital del Instituto Ecuatorian­o de Seguridad Social (IESS) y luego derivada a la clínica Guayaquil, del centro de la urbe. En ese lugar, los parientes fueron informados de la gravedad de la joven (ver infografía) y les explicaron que por su condición permanecer­ía al menos seis meses en coma.

Y cuando sus familiares se habían hecho a la idea de no verla salir pronto de su estado, algo a lo que consideran un milagro los sorprendió. “Ella despertó al mes del percance, los médicos estaban asombrados”, recuerda emocionada la hermana mayor de Kerly, Estefanía Caicedo.

Sin embargo, su reacción era apenas un avance en su recuperaci­ón, porque tuvieron que pasar 45 días más para que Kerly recuperara parcialmen­te el habla. “Comenzó diciendo números y de a poco unas palabras. Ahora, ya dice frases completas”, menciona la pariente.

No obstante, lo que no ha recuperado completame­nte la víctima es su memoria. Ella reconoce a sus familiares, pero “no sabía dónde había estudiado la escuela, el colegio o la universida­d, tampoco que es licenciada en Marketing”, añade su padre, Cristóbal Caicedo.

El progenitor, de voz tenue y mirada pacífica, revela que su hija no sabe qué sucedió y eso es

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