Mantiene vivo el arte de un LUTHIER
El habitante de la cabecera cantonal de esa zona contó cómo aprendió el oficio. Diversas maderas llegan a sus manos para su transformación.
Los requintos, bandolines, charangos, guitarras electro clásicas y acústicas cobran vida. El conocimiento que adquirió fue en una de las primeras industrias electrónicas en el país.
“Allí trabajaba como jefe para comprobar sonidos en los instrumentos”, detalló el obrero. Luego fue, por poco tiempo, donde un maestro que también se dedicaba a la elaboración de este tipo de instrumentos.
Pero eso no era todo. Solís formaba parte de un grupo musical y esa destreza, con el paso del tiempo, mejoró. “Con un grupo de Santo Domingo de los Tsáchilas fuimos de gira para Colombia”, rememoró en su taller, ubicado en las afueras de Tabacundo, por la calle Velasco Ibarra.
En el país cafetalero conoció a otro maestro que, asimismo, le enseñó este arte de ser un luthier. Aunque confiesa que también le dio unas pequeñas clases a su profesor.
Sin embargo, esa tampoco ha sido su única profesión. Ha sido pintor, mueblista y demás oficios que han acompañado su vida.
“Lo que hago ahora no es algo común. Esto porque actualmente hay la industria”, admitió. Y es cierto, porque sus guitarras todavía se hacen a mano.
Para los instrumentos de cuerda que él elabora generalmente utiliza un sinfín de tipos de madera. Estas pueden ser el palo de rosa, cedro, capulí, ébano, nogal, pino nacional e importado, así como el laurel.
“Aunque con la prohibición de la tala de bosques, uno toca acomodarse y comprar en la zona los materiales que se necesitan”, confesó.
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