¡Descansen, michos!
Las lágrimas de Susana Chávez empapaban una caja blanca en cuyo interior reposaban 17 de los 22 gatos que fueron envenenados en Manta.
Su corazón no soportaba la pena por la trágica muerte de las mascotas que ha conmovido a no solo a los habitantes de la provincia de Manabí, sino a cientos de ecuatorianos que rechazaron este acto a través de las redes sociales.
El cementerio animal ‘Huellas Eternas’ fue el escenario donde se reunieron amantes de las mascotas, representantes de fundaciones protectoras de animales y ciudadanos que generosamente alimentan a los felinos callejeros, la tarde del pasado viernes.
Susana no dejaba de mirar con dolor a los gatitos, pues los consideraba parte de su familia. Los cuidaba como a sus hijos, ya que los alimentaba, esterilizaba y cuidaba cuando estaban enfermos.
Un sepulturero movía tierra con una pala y la nostalgia aumentaba. La escena era conmovedora. Los asistentes tocaban los cuerpos inertes de los felinos. Entre abrazos y lágrimas les dieron el último adiós.
El colectivo ‘Regresa a mí’, liderado por algunos voluntarios amantes y defensores de los animales, hizo posible que se les ofreciera un sepulcro digno a las mascotas.
El apoyo de los principales del cementerio animal fue importante para este acto.
PREÑADA
El número de gatitos envenenados aumentó de 17 a 22 tras la necropsia que se le realizó a una mascota hembra.
Eliza Cárdenas, representante de la clínica veterinaria ‘Manta Pet’, informó que luego de realizarse el proceso se confirmó que una gatita estaba en proceso de gestación, pero el veneno y una mala acción humana no permitieron que otros cuatro felinos pudieran nacer.
“En total eran veintidós, contando a los que venían en camino y el pitbull que también fue víctima de este hecho”, dijo la profesional.