¡Calma, panita!
Balancee su vida entre tensiones y relajaciones.
AJuan (nombre protegido) ni un masaje o una buena sesión de sexo le quitaba la tensión muscular que presentaba en el cuello. Los dolores eran cada vez más fuertes que hizo de los placeres de la cama una rutina que variaba solo con la compañía. Tenía 36 años y presentaba todos los signos de estrés.
Los niveles de tensión que manejaba este hombre, que ahora bordea los 45 años, eran tantos que empezó a sufrir de insomnio. Dejó de asistir a eventos sociales. Cambió sus horarios: dormía en el día y trabajaba al anochecer. Se hizo asocial y solo se alivió con medicina y terapia.
El estrés es uno de los factores de riesgo para sufrir una cardiopatía isquémica, una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial. Solo en 2016 hubo 15,2 millones de muertes a causa de ello.
El estado de cansancio mental que produce el estrés causa varios trastornos físicos como dolores musculares, de cabeza, trastornos digestivos, disfunción sexual. Y mentales como irritabilidad, falta de concentración, depresión.
El 15 de agosto de cada año se celebra el Día Mundial de la Relajación, específicamente para recordar la necesidad de dedicar un tiempo para la perso
na, para que se desconecte de situaciones agobiantes, el trabajo o las rutinas, antes de que el cuerpo, con el estrés, envíe señales de alerta.
“La relajación es necesaria porque mantener niveles de tensión agota el organismo y el relajarse significa distender”, explica el psicólogo clínico Jorge Luis Escobar.
El profesional anota que así como los músculos se contraen y luego tienen que relajarse para poder cumplir su ciclo y poder mantenerse equilibrados, en la vida cotidiana es muy parecido. “Hay momentos de alta tensión, de tensión y de relajación, y tienen que existir esos momentos para procurarnos un equilibrio en la vida”.
De no haber ese equilibrio vienen las consecuencias. El psicólogo clínico Daniel Villavicencio Dillon reseña que asociados al estrés existen varios trastornos de la salud: baja de defensas, problemas de ansiedad, tensión muscular, sensación de fatiga, algunas veces problemas con el sueño, irritabilidad, falta de motivación.
Escobar recalca la necesidad de recordar que el vivir bajo tensión “no es vida”. “Es común encontrar convocatorias a puestos de trabajos, muchas todavía utilizan las denominaciones que te dicen: “para trabajar bajo presión”. Es errado creer que así debemos vivir”.