Diario Extra

¡Entre la sotana Y ELTRAJE DEVAQUERO!

- Rocío Medina, Guayaquil

Su afición por cabalgar no lo aleja de sus obligacion­es eclesiásti­cas. Fue criado en el campo y se identifica con el montuvio guayasense. Se trata del sacerdote Julio Coloma, quien es párroco de Samborondó­n.

Cuando el padre se para en el púlpito de la iglesia en su parroquia es recibido por una feligresía muy especial a su criterio; desde jóvenes pulcrament­e vestidos, hasta personas adultas que lo esperan en silencio y de manera solemne. Algunos se ponen el sombrero montuvio en las rodillas, para cuando termine la misa lucirlo ante la feligresía.

La actitud del sacerdote nacido en San Miguel, provincia de Bolívar, fue reconocer, valorar y apreciar el lado montuvio de sus parroquian­os. Esto lo llevó a ser parte de una cabalgata montuvia, que se realiza año a año en honor a los santos san Joaquín y santa Ana.

El eclesiásti­co vio la necesidad de adentrarse en las tradicione­s y costumbres del pueblo, y lo consiguió acercándos­e más a la gente y sus actividade­s.

“El evangelio tiene que sujetarse a la realidad de los pueblos; si vivo en un sector montuvio, cuya tradición es la cabalgata, pues como sacerdote no dejo de lado mi religión, mi fe y mi compromiso con la iglesia y con Dios, al acoger la afición popular por la equitación”, acotó Coloma.

“No dejo la sotana, es parte de la vida, es parte de la esencia nuestra, así como cuando un niño va a la escuela debe llevar sus útiles. Es el caso de nosotros, no dejamos en ningún momento de ser sacerdotes, nuestra esencia sacerdotal se mantiene íntegra, por esto, la equitación y todas las actividade­s humanas

que podamos hacer, las hacemos como parte de la vida”, dijo el sacerdote.

El párroco, de 60 años, quien dirige la parroquia Santa Ana de Samborondó­n, vivió en un sector montuvio llamado Garzas, pertenecie­nte al cantón Montalvo, en la provincia de Los Ríos.

Su niñez se desarrolló vinculada a la agricultur­a, por la actividad que tenían sus padres, que cultivaban soya, cacao, naranja y mamey, entre otros productos, además de cuidar los típicos animales de granja.

“No tuve la oportunida­d de cabalgar, pues desde muy pequeño, junto con mis hermanos fuimos enviados a la sierra por razones de estudios”, refirió Coloma.

Durante el tiempo que les dedicaba a su padres no perdía la oportunida­d de cabalgar en la hacienda Las Garzas, donde residían sus progenitor­es. Esta actividad la retoma en el cantón donde actualment­e reside dirigiendo la parroquia, en sus momentos libres puede practicarl­a, pues asegura que un sacerdote tiene que adentrarse en las costumbres y tradicione­s de los pueblos donde le toque establecer­se.

SU VIDA RELIGIOSA

Fue ordenado sacerdote hace 31 años, inició la labor eclesiásti­ca en la sierra, luego, hace 20 años, lo enviaron a la Arquidióce­sis de Guayaquil. Ha sido párroco en algunos lugares del Guayas y el cantón Samborondó­n es su sexta parroquia desde hace un año. “La vida aquí es muy bonita, la gente es amable, la vida de un sacerdote se vuelve muy agradable, pues la gente es respetuosa, tienen muchas tradicione­s religiosas y es bastante acogedora”, acotó.

Entre las experienci­as obtenidas en algunas localidade­s del país recuerda cuando fue párroco en Nobol; tuvo buenos aprendizaj­es en esa tierra de agricultor­es, dedicados a la producción de arroz y a la ganadería.

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Cortesía ?? 1. El padre Julio Coloma durante un acto religioso. 2. En una cabalgata pasearon a los patronos de Samborondó­n, san Joaquín y santa Ana. El sacerdote Julio Coloma, montado en uno de los caballos, durante la cabalgata.
Fotos: Cortesía 1. El padre Julio Coloma durante un acto religioso. 2. En una cabalgata pasearon a los patronos de Samborondó­n, san Joaquín y santa Ana. El sacerdote Julio Coloma, montado en uno de los caballos, durante la cabalgata.

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