Diario Extra

LA VIOLENCIA EN CASA SUBE

LA ÚLTIMA VÍCTIMA FUE UNA ADOLESCENT­E DE 17 AÑOS QUE HUYÓ DE SU AGRESOR. SU FAMILIA RECIBE APOYO PSICOLÓGIC­O Y POLICIAL, LUEGO DEL FEMICIDIO.

- Daniela Moina Armas

La Policía de ese Distrito del sur de Quito está alarmada por los incesantes casos de agresiones contra mujeres dentro de sus domicilios. Uno de los más recientes fue el crimen de una adolescent­e.

La imagen fue atroz: una joven tendida en el suelo de su casa y su exnovio junto a ella desmayado. La mañana del 23 de agosto, los gendarmes llegaron a la vivienda ubicada en Guamaní, en el sur de Quito, para realizar el levantamie­nto del cadáver. En los primeros informes se estableció que Miriam falleció por estrangula­miento y su expareja la habría victimado, aparenteme­nte por celos.

La adolescent­e, de 17 años, fue la última víctima de violencia de género en este sector, pertenecie­nte al Distrito de Policía Quitumbe. Crimen que consta en las estadístic­as presentada­s por el coronel Julio Navarrete, comandante de dicho distrito.

Estas cifras son alarmantes, según Navarrete. De enero a agosto de este año se han registrado 3.145 auxilios por violen

cia intrafamil­iar. Con datos de las llamadas al ECU911.

“Dentro de la violencia intrafamil­iar está la violencia sexual, física, psicológic­a, estructura­l. Pero la que más se registra acá es la psicológic­a y la física”, explica Navarrete.

La escena típica de este tipo de violencia -según los informes levantados en los auxilioses la de un esposo embriagado que llega a casa y agrede a su pareja verbal y psicológic­amente para terminar en el abuso físico e incluso sexual.

El presunto femicidio de Miriam es quizá uno de los más impactante­s de los últimos meses. Según avanzaron las investigac­iones se determinó que el sospechoso intentó fabricar una escena de suicidio. “Quiso colgar a la chica para decir que se había quitado la vida, pero aparenteme­nte no alcanzó”, relata el oficial.

Luego el implicado se hizo un corte en el cuello como “para decir que también intentó suicidarse”. El hombre fue aprehendid­o allí mismo, en medio del llanto de la familia de Miriam, sobre todo de su hermano que llegó de la comunidad de Angamarca, en la provincia de Cotopaxi, para acompañarl­a.

“Ella había huido del agresor porque fue víctima de violencia. Incluso le habría provocado dos abortos”, cuenta Navarrete.

La familia de escasos recursos realizó el velorio y sepelio de la muchacha en una casa barrial, pero no lograron regresarla a su tierra natal; así que fue enterrada en un cementerio de un barrio vecino.

Según su hermano, Jorge Gancino, ella llegó a la capital hace seis meses para empezar de nuevo y laboraba como em

pleada doméstica.

“Le había incluso botado del segundo piso, era una persona muy violenta”, relata Navarrete.

LOS PROTOCOLOS

Según el uniformado, los agentes policiales tienen claro el protocolo a seguir en estos casos. Es decir, que quien acude al auxilio debe ayudar a la víctima a levantar la denuncia y solicitar una boleta de auxilio. “Luego de esto el policía le activa el botón de seguridad”, explica.

Si el nivel de violencia llega al uso de armas blancas o de fuego se le realizan visitas periódicas a la víctimas aún cuando el agresor esté detenido.

“Pero la mayoría de veces dejan a la víctima abandonada y el victimario huye. Ahí el caso se torna complejo”, dice.

Sin embargo, otra situación que complica la ayuda es cuando las víctimas no permiten realizar la detención. “La misma persona agredida con claras muestras de maltrato intenta justificar a su pareja. Dicen que todo se va a arreglar”, indica Navarrete. Entonces se convierte en una cadena interminab­le de agresiones que puede llegar hasta la muerte.

Por su parte, María Cristina Almeida, representa­nte del colectivo Nina Warmi que ayuda a mujeres en situación de maltrato, manifiesta que defender al agresor es una clara señal de violencia. “A veces defienden a sus agresores porque dependen de ellos emocionalm­ente, dado el desgaste psicológic­o que les produce el maltrato”, comenta.

Eso se traduce en el miedo a quedarse solas, miedo a no salir adelante o incluso miedo a perder el sustento económico de ellas y sus hijos.

“También existe el miedo a que las estigmatic­en por haber roto su hogar”, expresa Almeida.

En el caso de Miriam, ella no puso una denuncia previa a su asesinato, pero en su comunidad la expareja fue castigada bajo la justicia indígena, según relataron los familiares de la chica.

Aún así, él la encontró y lleno de celos la ahorcó, porque supuestame­nte un amigo de Miriam la llamó a su celular. “Asumió que era su amante”, contó Gancino en el velorio.

“¿De qué sirvió este castigo?, debió judicializ­arse”, expresa el agente.

Según las estadístic­as de la Policía de Quitumbe, de enero a junio de 2019 se han registrado 39 personas detenidas por violencia intrafamil­iar solo en Guamaní, barrio en el que Miriam murió.

Según Navarrete, en el Distrito también se trabaja en la elaboració­n de fichas del agresor. En este sentido, tener la ubicación de la persona, familiares, lugares que frecuenta, lugar de trabajo para que en el caso de que la agresión se repita, atrapar al responsabl­e más fácilmente.

“Lastimosam­ente, de los auxilios son pocos los que continúan como denuncias”, dice el comandante.

Esto se debería a que aún existe una cultura de violencia en la sociedad. Hasta cierto punto, las agresiones resultan una cuestión de costumbre. “No se dan las alertas rápidas para que se pueda visibiliza­r”, concluye el coronel.

Por ahora, el Departamen­to de Violencia Intrafamil­iar se ha encargado de hacer el acompañami­ento a la familia de Miriam, así como su protección.

“Los distritos Eloy Alfaro y Quitumbe son los que registran más violencia”, según el mayor Max Molina, quien forma parte del segundo sector.

Entre los años 2015 y 2018 se han registrado 45 víctimas de femicidio, de las cuales el 55 por ciento de las muertes se evidenciar­on en estos dos distritos del sur de Quito.

CIFRAS

En el año 2018 se registraro­n 7.866 víctimas de violencia intrafamil­iar en Quito, según la Policía Nacional.

Así opina

MAX ROBALINO

Mayor de policía de Quitumbe

Los delitos que ya van contra la vida se los sigue judicialme­nte de oficio, para que no queden impunes”.

JULIO NAVARRETE

Jefe de Distrito Quitumbe

Muchos de los auxilios se han quedado en esa categoría. Las denuncias no han proseguido”.

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Los vecinos acudieron a la casa de Miriam para constatar el crimen que se había cometido allí dentro. Fue su hermano que dio la alerta a las autoridade­s, cuando la encontró sin vida.
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Fotos: Ángelo Chamba y René Fraga / EXTRA En los informes policiales se determinó que Miriam murió por asfixia.
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