Danza indígena para celebrar a Guayaquil
El ballet folclórico Ñawi rindió tributo a esa población en el marco de las fiestas de independencia.
John Chuqui está solo en el escenario. Viste de blanco, usa alpargatas, sombrero y un bolso tejido con la palabra Ecuador que cae a la altura de su cadera. La quena habla por él esta noche. El publico goza de su show andino. Es octubre, el mes de Guayaquil, y este, uno de los números del Festival Tradiciones Vivas que organizó el ballet folclórico Ñawi.
Aunque es costumbre que en las fiestas de independencia los shows folclóricos estén plagados de pasillos, pasacalles y disfraces celestes con blanco, todo esta noche alude, en cambio, a la cultura andina. Así lo decidió Manuel García, director de la agrupación. Es que Guayaquil es, por sobre todas sus características, una ciudad pluricultural, asegura.
La casa está llena hoy y John Chuqui ha hecho aplaudir al público con el ritmo de algunas canciones emblemáticas. “Se conoce como ‘Tierra linda’, pero esta canción, en realidad se llama ‘Terciopelo”, enseña Chuqui sus dotes catedráticas, en medio de su presentación. Aprovecha también para regalar algunos discos.
Cuando el director armó la agenda del recital lo hizo con el objetivo de que las comunidades indígenas que viven en la ciudad tengan la oportunidad de vivir las fiestas de Guayaquil como en casa. Y que, a su vez, la urbe recuerde que estos pueblos no viven solo del comercio de verduras, sino que hay un sinnúmero de actividades que enriquecen su cultura.
“La población indígena no es visibilizada en lo cultural y artístico, sino solo en lo comercial. Se desconocen sus costumbres, se piensa que solo viven de la agricultura”, critica el director del ballet. Hay que recordar también, añade, que “en Guayaquil vive gente de todas las provincias, y los indígenas merecen celebrar la independencia como en sus tierras”.
Cuatro comunidades son representadas en el escenario esta noche, con cuatro coreografías diferentes: ‘Algarabía indígena’, del Chimborazo; ‘Enamoramiento del Kari’, ‘Amores en Saraguro’ y una representación de las fiestas del yamor, que se celebran en septiembre, en Otavalo.
El performance trae a escena la simbología del rito en el que se reparte la bebida ancestral preparada a base del maíz, conocida como la chicha de la sabiduría, que se prepara con una fermentación de siete variedades del maíz: blanco, negro, rojo, morocho, amarillo, canguil y chulpi, explica García.
También hay danza clásica en la agenda. Chuqui ha salido de escena y seis enmascarados traen al recital el baile del Diablo Huma, máximo representante del conocimiento ancestral dentro del mundo andino. Este personaje representa la dualidad del ser y constituye un hito de rebelión que impone los conocimientos ancestrales sobre el cristianismo.
Alrededor de 25 bailarines muestran su talento a lo largo de la noche. De quince mujeres y diez varones, solo cuatro son indígenas. Un detalle del ballet. “Nuestros bailarines guayaquileños son bastante indígenas”, bromea García. El show se extiende por dos horas. Así se resumen cinco meses de ensayos. La próxima presentación de Ñawi será en abril de 2020. Llegarán con el recital ‘Danzantes del Corpus Cristi’ y ‘Bombas del Chota’.
ACTIVISMO
Ñawi organiza sus danzas folclóricas para preservar este arte y lo hace con fondos propios. Cada show financia el siguiente.