La regla puede convertirse en un factor de desigualdad
Lo que hasta ahora era considerado un tema de higiene íntimo ya no lo es. No es de higiene, porque las mujeres no están sucias cuando menstrúan (de allí que muchas expertas usan las palabras de “gestión” menstrual). Íntimo mucho menos. Cuando el problema implica que las mujeres comienzan a faltar a la escuela, a sus trabajos o enfrentan complicaciones de salud, el tema se vuelve un problema del ámbito público.
El costo también está relacionado con los altos precios de los productos de gestión menstrual que hacen que la menstruación, incluso en sociedades donde la infraestructura no es un problema, también se vuelva un factor de desigualdad. Un tema que no es menor teniendo en cuenta la disparidad a nivel salarial entre hombres y mujeres: de acuerdo con la Comisión de Estudios para América Latina (Cepal), en América Latina las mujeres ganan un 84 % de lo que ganan los hombres.
El sitio argentino Economía Femini(s)ta explica que no existe a nivel nacional ningún programa estatal que contemple la distribución gratuita de productos de gestión menstrual. Justamente en Argentina hasta el momento se han presentado 12 proyectos de ley de alcance nacional y local (muchos de ellos bajo la campaña #Menstruacción) que contemplan tanto la provisión gratuita de estos bienes en establecimientos públicos (tales como escuelas, hospitales, cárceles, universidades o refugios, entre otros) como la eliminación del impuesto al valor agregado (conocido como IVA) de los mismos.
En Nueva York se encuentra garantizada la entrega gratuita de toallitas y tampones en escuelas, cárceles y refugios de mujeres.