LA BONANZA QUE SE EXTRAÑA
La riqueza y la buena vida que se tenía en Ancón son, hoy, solo historia. Quienes vivieron la época del petróleo extrañan esos días. De esos quedan pocos, como José Rodríguez, de 89 años y Bartolo Miraba, de 99.
La riqueza, el estilo de vida, la buena educación y la formalidad de quienes vivieron la bonanza del petróleo en la parroquia San José de Ancón, del cantón Santa Elena, desde 1911 hasta 1976, hoy solo está en el recuerdo de quienes experimentaron esa gran época.
La empresa británica Anglo Ecuadorian Oilfields llegó a esta localidad en 1919. Desde entonces, habitantes de Ancón y de distintas partes del país llegaron a trabajar y aprovechar la fortuna que generaba el oro negro.
Los trabajadores tenían acceso a varios beneficios, como alimentación, agua, gas natural, diversión, prestigio y un sueldo que cobraban todos los viernes, el mismo que le generaba tranquilidad para vivir cómodamente.
En aquel tiempo existían un supermercado y el Club Ancón para los ingleses, quienes administraban la empresa petrolera.
El mercado ‘baratillo’ era para los obreros, quienes eran nativos de Ancón o habían llegado desde otras partes del país.
JUNTOS, PERO SEPARADOS
No existía mayor relación entre los ingleses y los obreros, cada grupo vivía ‘un mundo aparte’ después del trabajo. A pesar de estar juntos, sus costumbres, idiosincrasia, política y cultura eran distintas. Lo que sí existía era una política de disciplina en la colonia inglesa, que obligaba a todos a ser responsables tanto en su trabajo como en su vida privada.
Hoy en día, Jimmy Morgner habita en el barrio Inglés, en la vieja casa donde vivió su padre de nacionalidad alemana. Él cuenta que para que todo fuera un éxito, los ingleses le dieron a los anconenses lo que necesitaban, por este motivo no hubo problemas en los sesenta y cinco años de explotación de petróleo. “Todos vivíamos en un solo sector, pero no mezclábamos costumbres”, precisa.
“Esto era hermoso, aquí teníamos todo: casino de solteros y solteras, y clubes como Andes y Unión”, manifiesta Faustino Tumbaco, hijo de un obrero de Anglo, empresa a la que recuerda con mucha felicidad por darle “la mejor vida, aunque ahora hay muchas necesidades”.
A pesar de que vivió de la explotación del petróleo, esta tierra donde nació la gloria del fútbol Alberto Spencer, en la actualidad la mayoría de sus calles secundarias están deterioradas, hay sectores que no cuentan con el sistema de alcantarillado sanitario, casas patrimoniales destruyéndose, no existen empleos para los jóvenes y los mercados no tienen mayor movimiento. Además, el mirador turístico se encuentra en pésimas condiciones.
Fausto Rosales, vocal de la junta parroquial y responsable patrimonial de Ancón, manifiesta que “es penoso ver la pobre
QUIENES VIVIERON LA ETAPA DEL ORO NEGRO EN ESTA TIERRA RECUERDAN CON NOSTALGIA ESOS DÍAS DE PROGRESO Y BUENA VIDA. LA JUNTA PARROQUIAL QUIERE TRABAJAR EN POLÍTICAS PÚBLICAS QUE AYUDEN A RESURGIR A ESTE LUGAR.
za” en su tierra natal, a pesar de su bonanza pasada y de haberle dado poder económico al país por más de cien años.
Rosales asegura que trabajan para crear políticas públicas y exigir que Ancón sea atendido por derecho. “Sería fabuloso unificar los recursos que tenemos, como el tema cultural y turístico”, precisa el funcionario.