El comercio congestiona el centro
En la Bahía, en la zona bancaria y céntrica de la ciudad, los trancones generan retrasos. Conductores y peatones se quejan.
Son las 11:00 del último viernes de noviembre y el casco comercial de Guayaquil se convierte en una hilera de carros intentando avanzar aun con el semáforo en rojo.
Un grupo de personas se anima a cruzar la calle Olmedo, a la altura de Chimborazo, antes de que el color del dispositivo de tránsito cambie. Una mujer detiene un taxi en medio de la vía y se embarca con algunos paquetes.
Al tiempo, el ambiente de la popular Bahía de Guayaquil se inunda de voces: “lleve las diademas a dólar”, ofrece una mujer que se esconde de los policías metropolitanos. “Los manteles navideños a cuatro dólares”, ofrece otra desde un almacén.
En la acera, varios productos son voceados con acentos extranjeros: Chips de telefonía celular, cargadores, alimentos. Dos bóxers por cinco dólares y calcetines a un dólar, son otras de las ofertas.
Por estos días, al alboroto comercial se suma la bulla de los cláxones que aparece como en coro de uno, otro y otro vehículo. Los conductores están a la expectativa del cambio de semáforo a verde y quieren apurar al de adelante.
Con ese bullicio y agitación convive desde hace 18 años Carlos Daniel Guambuguete, comerciante de ropa en uno de los pequeños locales de la Bahía, de la calle Olmedo y Chimborazo. Antes de ese sitio, expendía la mercadería en Olmedo y Huayna Cápac, asentada en tableros en la calle, recuerda.
Carlos refiere que en la víspera de diciembre se agita más el comercio y que eso es bueno para su negocio. Aunque en los últimos años la llegada de clientes ha mermado “por la competencia”, asegura.
En cuanto al tránsito de la zona no duda al afirmar que se pone “insoportable” cerca del mediodía hasta la noche, todos los días. Y mientras más se acercan las fiestas decembrinas (Navidad y Año Nuevo), el desorden se incrementa.
“Bloquean la calle, y el que está en el lado contrario no puede avanzar y allí empiezan las pitadas. Como los conductores van adentro, no escuchan la bulla que provocan, porque son varios pitando y eso molesta al que está afuera”, dice el comerciante.
Un colega suyo, Francisco, anota que la situación se pone así porque no hay vigilantes que hagan cumplir las normas.
“No deben parquearse a recoger pasajeros, no deben parar en la intersección y los peatones no deben pasarse mientras el semáforo no esté en verde para ellos”, dice incómodo.
Del lado de los conductores, el panorama no es de cuento de hadas. Los choferes, algunos ‘mal encarados’ por la espera, el calor y la bulla, también se quejan.
“Por estos días siempre se pone así. Es insoportable y cada vez son más las calles que se ocupan y se congestionan. No solo es el lado de la Bahía, a lo largo de la avenida Olmedo, también en la Pedro Carbo y Aguirre, Clemente Ballén, 10 de Agosto”, advierte Jimmy Rodríguez, conductor de un auto negro.
Esta situación es el pan de cada día por estas fechas, dice Alba Gualpa, una visitante frecuente de la Bahía, quien prefiere hacer estas compras ahora porque con el pasar de los días, dice, “se pondrá peor tanto en tráfico como en inseguridad”.