¡EL BARRIO LO LLORÓ!
A RAFAEL GONZÁLEZ TODOS LO QUERÍAN
Su muerte afectó a todos los habitantes del sector 23 de Julio, en Cayambe. Era un buen hombre, dicen.
Vivía solo; lo encontraron ‘frío’ en su casa.
La madrugada del lunes uno de los moradores del barrio 23 de Julio, en Cayambe, pasó por afuera de la casa de Rafael González. Fue entonces cuando percibió un olor pestilente. Llamó a los demás vecinos y forzaron la entrada del hogar... Y allí estaba González, muerto y con signos de descomposición. Al parecer, había fallecido hace una semana.
Inmediatamente llamaron a la Policía. Los agentes de Medicina Legal hicieron el levantamiento del cadáver. Se determinó que perdió la vida por un infarto al corazón, a sus 88 años.
Su fallecimiento dejó perplejos a todos los vecinos del barrio. “Conejito era una buena persona, nunca dio razones para quejarse”, c o ment ó
Rosa Alemán, vec i na del fallecido, en el patio de la Casa Comunal donde fue velado. Se secó una lágrima y sonrió. Junto a ella, en un círculo de mujeres, había otras cinco moradoras. Organizaron la colecta que les permitió conseguir un ataúd y una tumba en el camposanto del sector para darle sepultura.
Atrás de ellas, cruzando un camino de tierra y montes, se
encontraban las dos pequeñas aulas que conforman el centro de reuniones del humilde barrio. En una de ellas, vestidas de negro, señoras, que oscilan entre los 60 y 80 años, se taparon con un velo mien
tras rezaban Padres Nuestros.
En la otra, un perro negro hacía guardia. Lanzó un chillido como una queja de dolor. Él can velaba a su dueño. Tras la puerta había flores blancas, candelabros, sillas rozadas con lazos y un ataúd, sobre la caja una cruz y ramos de flores.
“Solía salir a las cuatro de la mañana a limpiar las calles y veredas de todas las casas. Gritaba Mamita y yo salía con una taza de café y un pan para que desayune”, contó Abigail Delgado. Para los moradores del barrio 23 de Julio, la pérdida es compartida. “Nosotros éramos su familia”, dijeron.