¡Arte clásico en un barrio popular!
Pinturas de artistas renombrados son recreadas como ‘monigotes gigantes’ por José Salas. Tradición inició hace 5 años.
Desde niño, José Alonso Salas Valdiviezo se enamoró del arte. Soñaba con plasmar en imágenes algo que cautive, que atraiga, que sorprenda. Pero en el camino se encontró con que no todos comprendían o apreciaban el arte, y decidió hacer algo.
Hace cinco años este tecnólogo en Artes Visuales, de 40 años de edad, ejecutó una idea que combinaba su pasión por la pintura con la cultura popular en el sector que habita: la calle Medardo Ángel Silva, entre la 15 y la 16.
Decidió unirse a la popularidad de los monigotes gigantes y la ruta turística que pasa por allí, y plasmó un cuadro de 4,5 metros. Se trataba de ‘El grito’, de Edvard Munch.
Cada año ha elaborado un ‘monigote’ con la misma temática artística: la representación de obras de pintores renombrados, que coloca en la acera afuera de su casa.
Este año le t ocó el turno a Salvador Dalí, con su cuadro ‘Galatea de las esferas’. En 2018 fue ‘Noche estrellada’, de Vincent Van Gogh. Y en 2017 fue ‘El beso’, de Gustav Klimt, trabajo por el que empezó a ser reconocido.
“El primer año no tuvo mayor eco porque parece que la gente no estaba acostumbrada a ver este tipo de representaciones. Pero el proyecto siempre fue difundir el arte y así iniciamos”, comenta Salas.
El artista, egresado de la licenciatura en Artes Visuales de la Universidad de las Artes, explica que en esa ocasión encontró una pequeña reseña que describía lo que él quería mostrar con su trabajo y eso lo motivó a continuar.
“Porque la idea con el arte siempre es perseverar. Y con esa reseña, aunque haya sido pequeña, me di cuenta de que iba en el camino que había trazado”.
Salas piensa que cada año más gente va a apreciar el arte, y por eso ha seguido construyendo sus monigotes con ese mensaje, difundiéndolo en medio de muñecos gigantes de películas, series o dibujos infantiles; en medio del comercio, del juego y las típicas fotos a un dólar al pie de cada ‘añoviejo’.
En esta ocasión, su ‘Galatea de las esferas’, de 4,8 metros, le dio algunos inconvenientes, como el encontrar los puntos de proyección de las esferas, algo que tuvo que calcular en un programa computarizado de arquitectura. Así también, las sombras que se destacan en el cuadro original terminaron confundiendo un poco a los visitantes, por lo que tuvo que cambiar los colores de fondo.
“Cada año viene más gente a tomarse fotos y cuando ven la reseña que colocamos conocen un poco de la obra y del artista. Ese es el propósito”, concluye Salas.